Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.
Para Diego Peralta, al fijar los honorarios del contador público se debe analizar cuál es la relevancia del trabajo que va a realizar a partir del tipo de encargo.
Muchos profesionales aceptan una mayor cantidad de encargos para alcanzar cierto nivel de ingresos, lo que implica un riesgo.
Diego Alejandro Peralta Borray, contador público y dignatario representante de las instituciones de educación superior en el Tribunal Disciplinario de la Junta Central de Contadores, tiene claro que si hay un tema polémico en la profesión contable es el de la precarización de los honorarios.
«Para muchos contadores se debe a la competencia basada en el precio de los servicios que termina canibalizando el ejercicio profesional. Lo anterior, produce una disminución en la calidad del trabajo realizado, debido a que el profesional tendrá que aceptar una mayor cantidad de encargos para alcanzar un nivel de ingresos que le permita una calidad de vida apropiada», explica este magíster en Administración y candidato a doctor en Modelado en Política y Gestión Pública.
La situación anterior, para él, puede llevar a cometer errores por agotamiento o descuido que expongan a riesgos injustificados a su cliente o peor aún, a verse inmerso en cuestionamientos éticos.
Por los argumentos anteriores es que es imperativo tener claridad sobre lo que debe observarse para la fijación de los honorarios antes de aceptar un encargo.
Lo primero que debe comprenderse antes de fijar una tarifa, para este profesor de la Universidad de La Salle, es tener claro cuál es el valor del trabajo que va a realizar a partir del tipo de encargo (teneduría, auditoria, revisoría fiscal, asesoría tributaria, asesoría financiera, costos, etc.) y el alcance del trabajo a realizar.
Hay que tener claro si el trabajo va a resolver un problema puntual para la organización o si se trata solamente de cumplir con un requerimiento legal. De igual manera, saber cuál será la responsabilidad que el profesional tendrá sobre la información preparada o sobre la opinión que se exprese.
Por ejemplo, si se trata de un encargo para preparar y certificar la información financiera de una organización, debe establecerse si adicionalmente se suscribirán las declaraciones ante las autoridades tributarias; si será obligación del profesional la presentación de éstas y si el paquete incluirá la presentación de información exógena y reportes a otros organismos gubernamentales como las superintendencias.
Claramente, entre mayor sea la dificultad y el alcance del encargo, mayor deberán ser los honorarios requeridos por el profesional.
La capacidad profesional tiene que ver con la capacitación que se tenga en términos de formación y experiencia sobre el objeto encargo, ya que entre menos capacitados seamos para asumirlo, mayor será el riesgo de errar o el costo de obtener apoyo de otros profesionales para desarrollarlo.
Sea cual fuere la salvaguarda que se establezca, el contador(a) debe ser consciente que si no se siente en capacidad de realizar el trabajo, lo más conveniente es rechazar el encargo-
Frente a la ética del cliente, Peralta Borray explica que tiene que ver con las respuestas que éste dé a los interrogantes del profesional en los acercamientos previos a presentar la propuesta de servicios.
Es recomendable realizar un pequeño diagnóstico del cliente estableciendo los riesgos asociados con el trabajo a realizar, se requiere indagar acerca de la situación tributaria, jurídica e incluso operativa.
En este momento se hace relevante el sector en el que opera la organización, dado que este puede significar enfrentarse a riesgos diversos como el contrabando, el lavado de activos, el fraude interno, el fraude corporativo, entre otros.
Por último, y el que él considera más importante, se refiere a la independencia mental y autonomía que tendrá el profesional en el encargo.
Por ejemplo, cuando se trata de una asesoría o trabajo externo, sin vinculación directa con el cliente, la posibilidad de contar con su propio personal como parte de la propuesta es mucho más recomendable que entrar a asumir la responsabilidad de supervisión o control de los auxiliares contratados por la organización.
Para finalizar, afirma que es importante evaluar el peso que el encargo tendrá en el total de los ingresos del profesional, ya que si este es muy alto puede generar la pérdida de independencia mental que con el tiempo puede llevar a amenazas de familiaridad que enfrentaran al contador a dilemas éticos infranqueables.
Fundada en el año 2000 con la misión de “elevar el nivel profesional del Contador Público”
