Se acerca el Día del Contador Público y hablamos con un hombre que tiene experiencia de sobra. Se trata del Dr. Horacio Ayala, quien desde 1967 se ha dedicado a la tributación y a los temas contables, principalmente como consultor privado en el sector público.
También se ha desempeñado como asesor externo del Ministerio de Hacienda, fue Director de Impuestos de Touche Ross International, hoy Deloitte & Touche, y Consultor del BID y del Banco Mundial.
Lo bueno, creo que se ha aumentado la conciencia sobre el papel que desempeña. Lo malo, que se sigan graduando «contadores públicos masivamente», sin que exista una clara noción de lo que significa dar fe pública. Lo feo, que se hayan incrementado los fraudes empresariales y los delitos económicos.
Registrar las transacciones económicas siguiendo los patrones de las normas fiscales; ignorando las normas contables.
Los profesionales debemos cuidar nuestra propia integridad. Sin embargo, considero que sí hacen falta algunas medidas que protejan al profesional de las retaliaciones que surgen como resultado de las denuncias.
Un contador público debe estar en condiciones de determinar el ambiente dentro del cual se mueve; si no lo puede hacer, es porque todavía usa visera y manguillas. Las mayores dificultades se presentan cuando los fraudes se cometen por personas de los altos niveles, pero aún en esos casos el contador debe tener olfato suficiente para tomar precauciones, por ejemplo haciendo alianzas con otros profesionales de la empresa.
Creo que la profesión no va a tener un verdadero avance mientras no exista un procedimiento riguroso para el otorgamiento de la facultad de dar fe pública; mientras tanto, seguirá siendo vista como una profesión de segundo nivel.
Pienso que las universidades deberían estimular la reforma de las normas, para que gradúen profesionales especializados en las diferentes áreas de los negocios, no contadores públicos. La obtención de la licencia para dar fe pública debería ser un proceso posterior, sujeto a requisitos de experiencia y conocimientos. En los países donde la profesión ha logrado escalar posiciones importantes, los contadores públicos no son todos los egresados de las facultades de contaduría, sino aquellos que han demostrado méritos para asumir esa enorme responsabilidad frente a la sociedad.
Es un problema de cultura; es la forma como algunos candidatos a líderes suelen hacer polítiquería. Quizá la solución estaría en la organización de una colegiatura única patrocinada y vigilada por el Estado. Es muy difícil crear de manera espontánea ese mecanismo, porque hay un exceso de candidatos a jefes.