Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.
Cuando una entidad hace operaciones de factoring, es decir, de venta de cartera, lo primero que tiene que analizar es si está negociando la cartera con los riesgos implícitos de la misma o si el negocio involucra desprenderse de los riesgos que ella conlleva.
Esto se determina con un cuestionamiento sencillo; si usted es la entidad que generó las facturas y decidió negociarlas con una empresa de factoring, hágase la siguiente pregunta: ¿si el cliente no paga, debo asumir la responsabilidad?, de ser así, su entidad está reteniendo los riesgos de la cartera.
Ahora bien, si el acuerdo involucra que en el caso de que el cliente incumpla con el pago, la entidad de factoring sea la que asuma la responsabilidad, entonces efectivamente se cedieron los riesgos de la cartera.
Este asunto es importante tenerlo presente porque cuando se ceden los riesgos, lo que se hace es dar de baja este elemento de los estados financieros y se reconoce, en cambio, el efectivo o los recursos que se recibieron de la entidad de factoring. La diferencia entre dicho pago y el valor real de las deudas, se convierten inmediatamente en un gasto financiero.
Sin embargo, si se conservan los riegos, el preparador de la información no podrá dar de baja la cartera, sino que cuando la entidad que la adquiere realice el pago, se reconoce un pasivo en operaciones de factoring y cuando los recursos sean recaudados, (bien sea porque que el cliente pague y la empresa haga las veces de intermediario, o porque el cliente le cancele directamente a la entidad de factoring), el preparador de la información financiera tendrá que dar de baja la cartera y también el pasivo.
Entonces, el reconocimiento de este tipo de operaciones dependerá de si se entregaron o no los riesgos y ventajas de la cartera.
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