Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

Edgar Fernando Nieto: ecos de un gran ausente – Maria Cristina Laverde Toscano


Para infortunio de la humanidad, suele resultar precaria la coherencia entre las ideas que desde el discurso defienden incontables personas y la forma como estás actúan.

Así, una cosa se predica y otra, con frecuencia distante, es lo practicado. Justamente Édgar Fernando Nieto Sánchez, quien lastimosamente falleciera hace pocas semanas, perteneció a ese grupo reducido cuyo pensamiento guarda rotunda convergencia con su proceder.

Él nació para la conquista de las causas nobles. Cada logro fue concebido a fuerza de disciplina, de tenacidad, de ese obrar honesto guiado por altruistas intereses. Desde muy joven libra distintas batallas en la que invariablemente juega limpio y habla claro al contrincante; defiende sus propuestas tras sólidas argumentaciones, pero transa cuando encuentra razón en su adversario. Era un romántico convencido de la posibilidad de un mundo mejore, igualmente, del compromiso ineludible de cada quien para coadyuvar a su construcción: en los pequeños espacios del trasegar cotidiano y en aquellos complejos donde se deciden los rumbos distintos de las sociedades.

Con estas convicciones llega al mundo de la contaduría pública y muy pronto encuentra cómo, desde su ejercicio profesional, puede asumir la cuota de responsabilidad encaminada hacia las transformaciones exigidas por su momento histórico. Tres supuestos considera incuestionables para que esta profesión cumpla cabalmente su labor: forjarse un mayor rigor conceptual y técnico; hacer suya aquella ética empeñada en la transparencia dela gestión pública y privada y entender que la corrupción de la administración pública es la causa mayor, directa o indirecta, de muchos de los males que hoy padece Colombia.

Quizá por estas precoces certezas, desde la decanatura de la facultad de Contaduría Pública de la Universidad Central, asumida a los 28 años, y como docente de diferentes universidades, impulsa reformas académicas y legislativas garantes de un nuevo ejercicio para la profesión. Tras este propósito, asume el liderazgo de diversas asociaciones académicas, profesionales y gremiales de Colombia y Latinoamérica. Su experiencia como contador General del Banco de la República afianza su certidumbre frente  al papel de la contaduría en el ordenamiento de las finanzas gubernamentales: es herramienta cardinal de un adecuado control de la gestión pública: saber con que recursos cuenta el país lo –señalaba-, en que gasta sus ingresos, cuál es el impacto del gasto, con que tipo de controles ejecuta sus obligaciones.

Desde este trayecto, prepara un documentado estudio que, ante la Asamblea nacional Constituyente de 1991, lo hace cogestor de la creación del cargo Contador general de la Nación. Un itinerario que lo convierte en el primer Contador General de la Nación y desde aquí, propicia transformaciones sustantivas para el ordenamiento contable y financiero colombiano: partiendo de solventes postulados, carteras políticas y adecuadas metodologías, promueve la construcción del primer Sistema Nacional de Contabilidad Pública y emite el Plan General de Contabilidad Pública, asumido así por las entidades públicas de l país. Logra entonces materializar un sueño: sentar las bases del sistema que posibilitara un adecuado, eficiente y transparente control de la gestión pública y hacerlo desde una entidad que forjó rigurosa, pues en su cuarto año de existencia fue reconocida como una de las cinco entidades  públicas más exitosas del país.

A partir de esta meta esencial, Édgar Nieto asesora a distintos gobiernos del continente: como presidente de la Comisión Técnica del Sector Gubernamental de la Asociación Internacional de la contabilidad; director de la comisión de normas de contabilidad para Pymes; coordinador del Programa de Transparencia en las Cuentas Públicas, BID – AIC; consultor BID sobre normas internacionales de contabilidad para el sector público, entre otros cargos que para este empeño aceptara.

Convencido de la importancia de los avances de la contabilidad pública y de sus compromisos frente a su entrañable profesión aún no concluían, se dedica a promover estas conquistas, pero también a debatir los problemas pendientes, participando en foros nacionales e internacionales; escribiendo para diversos libros, revistas y periódicos, entre ellos, AMBITO JURÍDICO del cual fue columnista regular. Édgar Nieto, con desinterés absoluto, con afecto y solidaridad, asesoraba y orientaba a quien lo requiera. Eran compromisos que asumía gozoso pues, decía así retornaba algo de lo mucho que logró de la vida.

Desde lo personal, Édgar fue el mejor de los seres humanos; el más grande de los amigos; el más solidario miembro de familia. Un padre amoroso cuya generosidad sin límite traza huellas eternas en su hija. De aquí nuestra nostalgia profunda ante su temprana partida; mayor aún, cuando ese ser es el compañero y cómplice de todas las horas; aquel con quien se comparte lo pequeño, lo elemental y lo intrincado; con quien, desde cinco lustros atrás, se recorren las mañanas, las tardes y las noches en sus infinitos recodos. Y duele más la ausencia cuando involucra a alguien maravilloso cuyos recuerdos solo provocan el dulce sabor de la ternura…

Maria Cristina Laverde Toscano.

Sociologa. Investigadora.

(Extracto del Periódico Ámbito Jurídico)

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