Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

El comportamiento ético es el resultado de un conjunto de fuerzas


En La Nación se publicó una noticia sobre un fraude cometido contra las Empresas Públicas de Neiva. Entre otros detalles, se lee:

“El millonario desfalco fue descubierto a pesar de las maquilladas maniobras contables para ocultar la desviación de recursos públicos a cuentas de particulares, sin ningún vínculo laboral o contractual con la empresa de servicios públicos domiciliarios.

Aunque el fraude puede ser superior, por ahora, la gerente de la entidad, Gloria Constanza Vanegas, confirmó que los primeros hallazgos determinan con claridad, la desviación de 110 millones de propiedad de la entidad a cuentas particulares.

Entre ellas a la empresa Comercializadora y Distribuidora Surcolombiana (Codicol), representada legalmente por Paola Fernanda Dussán Rodríguez, esposa del tesorero Laguna Rengifo, utilizada sin su consentimiento para ‘lavar’ los dineros fraudulentos.

‘Un cruce electrónico de información a través de una plataforma que adquirió la empresa recientemente, permitió identificar estas inconsistencias’, explicó el alcalde en un comunicado que leyó en redes sociales”.

Para nosotros, lo más triste es que “En las irregularidades están comprometidos inicialmente, el contador público Abiuth Laguna Rengifo y el auxiliar de contabilidad Jeisson Herney Giraldo Lara”. Esto forma parte de nuestra realidad. Siempre hemos sostenido que los malos son pocos, no la mayoría.

Pero tenemos claro que los contadores y sus auxiliares poseen el conocimiento para realizar trampas como las realizadas en este caso, en el cual algunos giros se depositan a nombre de personas distintas de quien debería recibirlos.

El comportamiento ético es el resultado de un conjunto de fuerzas. Se necesita de unos principios firmemente arraigados en la persona, por su educación familiar y su formación formal, reforzados por la cultura dentro de la que se vive. Además, el individuo requiere de unos soportes que lo mantengan frente a todos, así lluevan rayos y centellas. Este es el mundo de los amigos y de otras personas que guardan simpatía con la persona en virtud de sus acciones.

La academia tiene que aportar una gran cuota, tanto desde el punto de vista racional, a través de explicaciones sobre la moral, la ética y las reglas de comportamiento profesional, como mediante las actitudes de todos sus miembros, que deben ceñirse al más recto comportamiento en toda su actividad. A veces los profesores ponen en duda la ética y a veces ellos mismos tienen formas de obrar que no son las más correctas. No hay mentiras chiquitas ni infidelidades sin importancia ni negligencias que no deterioren el ejemplo debido.

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El afán de obtener dinero lleva a muchos a comportamientos inmorales. Del estado de necesidad al delito se pasa muy fácilmente. Los estudiantes y egresados no han sido formados para comportarse rectamente en situaciones difíciles. El cobro de sumas irrisorias o el apoderamiento de la clientela son actitudes que merecen fuerte reproche, que las más de las veces no se logra. La justicia sigue siendo para los de ruana.

Hernando Bermúdez Gómez
Tomado de Contrapartida – De Computationis Jure Opiniones
Número 5302, septiembre 07 de 2020.

Hernando Bermúdez Gómez
Las publicaciones “Contrapartida” son escritas por miembros de la comunidad académica del Departamento de Ciencias Contables de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Pontificia Universidad Javeriana.
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