Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

El mundo empresarial ruega por la existencia de estados financieros proyectados


Hace mucho tiempo que el mundo empresarial ruega por la existencia de unos estados financieros proyectados que obedezcan a estándares aceptados tanto por la academia como por el mercado, y que contemplen en sus cifras los riesgos empresariales más representativos, en especial los riesgos estratégicos.

Es claro que situaciones como la pandemia del COVID-19 no hubiesen podido ser detectadas por ningún estándar de proyección o de riesgo, dado que ni siquiera la más pesimista de las predicciones lo consideró.

Pero seguramente lo que sí se hubiese observado al proyectar el estado de resultados es la reducción en los ingresos en un escenario pesimista, que al menos hubiese alertado, aunque tímidamente, sobre la debacle económica que la gran mayoría de las compañías sufren al ver disminuir o desaparecer sus ingresos.

Criticar sobre hechos cumplidos es muy fácil, pero es necesario que la academia vuelva su vista sobre el manejo de los riesgos corporativos y, en especial, los riesgos estratégicos que tienen las organizaciones. Los científicos alertan sobre los efectos adversos del cambio climático; sin embargo, los Gobiernos, los inversionistas y los gerentes de todo el mundo hacen muy poco para contrarrestar esa realidad.

Al parecer, la naturaleza se regenera sola, no nos necesita como especie para sobrevivir; tuvo que suceder una pandemia para que el aire volviera a ser puro, los animales en peligro de extinción –y los que no– volvieran a los territorios de donde nosotros, los seres humanos, los habíamos desalojado y, en general, se observara la mejora del medio ambiente.

Es hora de que los contadores seamos capaces de prever en los estados financieros proyectados de las empresas los riesgos a los que se exponen las organizaciones, así estos se vean como remotos e imposibles de que se cristalicen.

Lo anterior, no como algo apocalíptico, si no como parte de la responsabilidad social para garantizar una sociedad equitativa y justa, que permita el desarrollo de los negocios en un mundo que garantice no solo saciar el hambre de todos los pobladores, sino también la salud y su educación.

Algunos sectores económicos han salido abantes en este desastre, como es el caso de los comercializadores y las industrias de alimentos que seguramente tendrán un crecimiento importante en sus ingresos. Pero la pregunta a realizarse es: ¿qué les pasaría a estas empresas, y al mundo, si el próximo virus afecta el agua o los cultivos? ¿O qué tal si perturba gravemente las comunicaciones (otro sector ganador en esta pandemia)?

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Es fácil predecir que estarán de moda en los próximos años los mapas de riesgo estratégico en las empresas, pero mientras estos no se reflejen en los estados financieros proyectados, y en especial en el estado de resultados proyectado, seguirán siendo algo accesorio y no trascendental, exponiendo a las organizaciones a su desaparición, si es que en el camino no logran innovar o reinventarse.

Fernando Borda Suarez
Tomado de Contrapartida – De Computationis Jure Opiniones
Número 5009, mayo 4 de 2020

Fernando Borda Suarez
Las publicaciones Contrapartida son escritas por miembros de la comunidad académica del Departamento de Ciencias Contables de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Pontificia Universidad Javeriana.
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