Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

En la mayoría de nuestros trabajos los invisibilizamos. Se convierten en números, perdiendo sus rostros


A lo largo de nuestro peregrinaje como profesionales, hemos percibido la supremacía que tiene Bogotá, así como la que en menor medida se atribuye a Medellín, Cali, Barranquilla y Cartagena. Hay una relación directa entre la importancia económica de los municipios y la población que habita en ellos. Como en otros lugares del mundo, se han desarrollado varios suburbios. Dejando de lado los parques industriales y las zonas francas, se ve con claridad la gran cantidad de establecimientos dedicados al comercio y a la prestación de servicios.

Una mirada desde la capital de la República o desde las ciudades más grandes, o a partir de las capitales de departamento, no deja advertir muchas realidades de nuestro pueblo, de los distintos profesionales que actúan en los pequeños municipios, en los que la presencia del Estado es poca y, a veces, la de los grupos armados es alta.

Pasamos por alto que hay muchísimos contables que trabajan para microempresas y algunas pequeñas entidades que no son subordinadas de grandes empresas con domicilio en alguna capital.

En la mayoría de nuestros trabajos los hemos invisibilizado. Se convierten en números, perdiendo sus rostros. Desconocemos sus formas de pensar. Sus opiniones no se oyen.

Cuando, como ahora, se aborda una reflexión sobre el régimen de la profesión contable, se corre el riesgo de pasar por alto a esa gran cantidad de contadores que no están en las principales ciudades, no trabajan para grandes firmas ni para grandes clientes, pero que todos los días ayudan a sus clientes a desarrollarse.

Según los mapas del Dane, 9.878 empresas decían pertenecer a las actividades de contabilidad, teneduría de libros, auditoría financiera y asesoría tributaria, de las cuales 4.841 se encontraban en Bogotá. Una gran concentración y dispersión. Sabemos que alcaldes, jueces y profesionales suelen vivir en las poblaciones más grandes y van a su trabajo como quien se desplaza de Soacha a Cajicá.

Estas realidades demográficas reiteran la importancia de la democracia participativa. Es necesario abrir las puertas a todos los profesionales, estén donde estén. Y hay que quitar a los profesionales de Bogotá la última palabra, con la que ignoran la de los demás.

Algunos de nosotros conocemos algunos otros municipios de la mano de ciertos programas académicos. Son escuelas muy adentro de la conciencia popular. Sus bibliotecas nos suelen dejar muy preocupados. Hoy en día la Internet ha eliminado muchas barreras. El problema es que ellos y sus semejantes nunca son noticia.

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Es posible que las disciplinas respondan a unos mismos conceptos en cualquier lugar, pero las tecnologías y las técnicas no tienen más remedio que ajustarse a las realidades socioeconómicas de los distintos lugares. Aún tenemos lugares sin un servicio eléctrico eficiente y hay los que tienen señales de banda ancha muy inestables. Es necesario trabajar con visión de país.

Hernando Bermúdez Gómez
Tomado de Contrapartida – De Computationis Jure Opiniones
Número 5142, julio 06 de 2020.

Hernando Bermúdez Gómez
Las publicaciones “Contrapartida” son escritas por miembros de la comunidad académica del Departamento de Ciencias Contables de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Pontificia Universidad Javeriana.
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