Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

Hay que acreditar resultados más que oposiciones – Hernando Bermúdez Gómez


La profesión contable no ha podido superar las debilidades que experimenta desde la década de 1950, porque las universidades, los profesores y las organizaciones gremiales no hemos hecho lo que teníamos que hacer. Hablar de grandes logros es, como mínimo, risible, pues los mayores avances han sido provocados por factores externos, concretamente normas legales que han empujado a los contadores hacia la satisfacción de nuevos requerimientos –imaginamos la cantidad de piedras que este comentario provocará–.

Las universidades se han inclinado ante ciertas visiones; en lugar de ser templos de la verdad: Por eso nuestros profesores, estudiantes y egresados no conocen la película completa de las ciencias contables y de la profesión, tanto a nivel mundial como nacional.

Es muy triste ver cómo muchos profesores dedicamos los mayores esfuerzos para hablar mal de la profesión contable. Nos la pasamos desmitificando, deconstruyendo, en lugar de plantear avances disciplinares y mejores prácticas al respecto.

Las asociaciones gremiales, muchas de las cuales son desconocidas, otras realmente insignificantes y algunas apenas en vía de madurez, se han dejado enredar con prevenciones exógenas, como las que provienen del acceso a las posibilidades de una vida, vivienda, educación, salud y recreación digna. En lugar de trabajar por el prestigio de la disciplina y de sus profesionales, han asumido posiciones basadas en ideologías económicas y políticas propias de cualquier ciudadano, pero que corresponden a otros escenarios.

Las universidades facilitan sus infraestructuras, pero pocas veces adoptan posiciones institucionales. Los profesores amamos la anarquía que nos permite pensar y hacer lo que queramos, pues cada uno quiere brillar con luz propia, en lugar de ser un equipo de lanceros, todos comprometidos en objetivos comunes. Las asociaciones gremiales irrumpen en la educación, con tarifas más bajas, pues para ellas se trata de un medio principal de subsistencia. Ojalá la experiencia de todos se volcara sobre las universidades, antes que sobre cursos, seminarios y diplomados, que, a la final, son visiones meramente introductorias de temas que requieren una mayor profundidad por parte de los profesionales.

Las universidades tienen en el mundo moderno una responsabilidad de transformación de la sociedad, que no admite tantas discriminaciones ni confesionalismos. Si todos estuviéramos comprometidos con la verdad y el rigor científico, seguramente tendríamos muchas cosas en común, entre ellas, la necesidad inaplazable de promover la fortaleza de los egresados. Se plantea que las universidades deben acreditar resultados en materia de inserción laboral de sus egresados. Mejor sería que los ayudáramos a sacar adelante sus proyectos de innovación en la búsqueda de un mundo mejor.

Hay que acreditar resultados más que oposiciones.

Hernando Bermúdez Gómez
Editor Contrapartida, Novitas, Registro Contable, Vademécum
Tomado de Contrapartida – De Computationis Jure Opiniones
Número 3931, noviembre 5 de 2018

Hernando Bermúdez Gómez
Las publicaciones “Contrapartida” son escritas por miembros de la comunidad académica del Departamento de Ciencias Contables de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Pontificia Universidad Javeriana.
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