Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

Hay quienes piensan que solo se pueden hacer contratos reconociendo comisiones a los que adjudican


En el resumen del artículo The effects of length of service and ethical ideologies on moral development and behavioral intentions: a study among Brazilian public sector tax auditors, escrito por Malagueño, Ricardo; Pillalamarri, Sudarshan; Rezende, Amaury José; y Marcelo Botelho da Costa Moraes, publicado por el Journal of Applied Accounting Research (Leicester, tomo 21, n.º 4 [2020]: 589-613), se lee:

Los hallazgos revelan que los auditores de impuestos del sector público con una duración más corta de servicio tienen más probabilidades de estar en etapas más altas de desarrollo moral; la ideología relativista entre los auditores del sector público se asocia positivamente con una intención de comportamiento ético más indulgente; ideología idealista entre los auditores del sector público se asocia positivamente con una intención de comportamiento ético más estricta; los auditores del sector público clasificados como absolutistas son más estrictos en sus intenciones de comportamiento ético; y los auditores del sector público clasificados como absolutistas con una duración de servicio entre 5 y 15 años tienen más probabilidades estar en etapas más altas de desarrollo moral en comparación con los auditores fiscales del sector público con un servicio más prolongado.

La investigación comprueba que los funcionarios van absorbiendo la ideología y la ética de las entidades para las que trabajan. La rigidez moral puede verse al principio y al final de la vinculación, cuando apenas se llega con unos ideales y cuando ya no se teme perder nada.

Esto aplica perfectamente a cualquier colectivo de profesionales de la contabilidad. Pueden laborar en el sector privado; sin embargo, los resultados son similares.

Hay personas que piensan que solo se pueden hacer contratos reconociendo comisiones a los que adjudican. Luego hay que hacerlo en favor de los supervisores e interventores. Todo ese dinero amenaza la calidad de los bienes o servicios o, sencillamente, el incumplimiento.

La teoría del control interno nos ha enseñado que la alta gerencia pone el tono de cada organización. Es decir, la ideología y la moral es una expresión armónica con las indicaciones que llegan a los empleados. En muchos casos el influjo es velado. No se dice nada de frente, pero, por ejemplo, se nota cuando se divulgan los ascensos y los aumentos.

El mensaje es claro. Pensar de otra forma no tiene recompensa. Esto sucede en todas partes, incluso en las firmas de contadores. Curiosamente el mensaje puede reprochar actos contra la propia entidad, pero considerarlos admisibles cuando afectan a terceros. Dar comisiones y hacer bien el trabajo no significa obrar conforme a la ética. Por lo mismo a quienes hay que estudiar es a los que designan y controlan a los directivos, y a estos en cuanto a su turno nominan a otros.

La gran falla de tanto discurso sobre el correcto comportamiento radica en que se centra en la gente del común y no en los dirigentes de las empresas. Puede ser que esto no es lo que consagren las normas, pero sí es lo que se hace: conceder trato privilegiado a los poderosos.

Hernando Bermúdez Gómez
Tomado de Contrapartida – De Computationis Jure Opiniones.
Número 6340, enero 3 de 2022.


Hernando Bermúdez Gómez
Las publicaciones de Contrapartida son escritas por miembros de la comunidad académica del Departamento de Ciencias Contables de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Pontificia Universidad Javeriana.
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