Dice el Maestro Bermúdez en Contrapartida 4865: “Muchos contadores han reducido la revisoría fiscal a verificaciones de cumplimiento, especialmente en materia tributaria”, y cierra su reflexión con una invocación: “Ojalá nos pronunciemos”. ¿Por qué esa actitud y comportamiento poco profesional de la mayoría de revisores fiscales? Dice la Biblia: “(…) de la abundancia del corazón habla la boca (…)”, y podríamos parodiar tan contundente proverbio diciendo que “de la calidad del conocimiento, de la estructura ética y del compromiso social hablan los actos de los revisores fiscales”.
¿Y de dónde proviene la calidad, la estructura ética y el compromiso social existente en la mente de los contables colombianos en ejercicio de la revisoría fiscal? La respuesta es elemental: ¡de los programas de pregrado y posgrados en Revisoría Fiscal! La mayoría de los colegas asisten a posgrados con la clara intención de obtener un título válido, no a aprender nuevos y potentes conocimientos que le permitan innovar en su ejercicio profesional; por ello, aceptan, con vergonzosa actitud sumisa, contenidos curriculares obsoletos o meramente normativos (recitales de estándares). Ni siquiera se preocupan por exigir o acceder a desarrollos tecnológicos que les permitan realizar sus actividades apoyados de modernas herramientas y aplicativos útiles y efectivos que reducirán los tiempos y los costos de operación, para sentarse a pensar en la agregación de valor.
Con mucha pena y honestidad he de reconocer el esfuerzo de algunas universidades en el Encuentro de Profesores de Revisoría Fiscal que se celebra anualmente, pero me ha tocado, con “diplomacia” y prudencia, observar trabajos que desnudan profundas y preocupantes debilidades y carencias teórico-conceptuales, y desde luego que metodológicas, alrededor de la revisoría fiscal. Para mis adentros he contemplado esa macondiana realidad, impávido me retiro a mis aposentos y no me queda más que advertir a mis estudiantes que he intentar, individualmente, elevar mi rigurosidad en el ejercicio docente.
En años pasados, por ejercicio pedagógico sometí uno de esos trabajos a una lectura crítica por parte de mis estudiantes de Control Estatutario. Uno de ellos, en un potente ejercicio intelectual, logró desnudar un trabajo presentado a una de las recientes ediciones del mencionado evento, concluyendo que, sin lugar a duda, los autores (docentes) tenían serias debilidades, vacíos y contradicciones conceptuales alrededor de la revisoría fiscal y sus saberes relacionados.
En lo personal, desarrollo investigación conceptual para mi ejercicio docente, aunque con poco eco de otros colegas profesores. Este es mi modesto pronunciamiento, un llamado a los programas de pregrado y a las especializaciones en revisoría fiscal a poner sus barbas en remojo.
Walter Abel Sanchez Chinchilla
Tomado de Contrapartida – De Computationis Jure Opiniones
Número 4883, febrero 24 de 2020.