Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.
Uno de los elementos más importantes en la ejecución de un proceso de auditoría es el enfoque en el riesgo de fraude; esto teniendo en cuenta la importante incidencia del fraude en la situación de una entidad y reconociendo los diferentes tipos que existen, entre los que se resalta el corporativo.
En los diferentes procesos de revisión de la información y en la ejecución de los procesos de auditoría, tanto interna como externa, constantemente se hace referencia a los riegos por la potencialidad u ocurrencia de fraudes corporativos, por lo cual es importante considerar algunos elementos para definir situaciones que se consideran como fraude corporativo.
Lo primero a señalar es que con el término fraude se hace referencia a las acciones emprendidas con el objetivo de producir engaño frente a la realidad o de transgredir lineamientos normativos o regulatorios previamente establecidos para un sector o para actividades definidas. Una característica especial del fraude es que en la comisión de este se produce un perjuicio o consecuencias desfavorables. Ahora bien, cuando se usa la expresión de fraude corporativo lo que se indica son acciones engañosas o ilegales emprendidas con el propósito de alterar la realidad de la organización por medio de la manipulación de los datos revelados en los diferentes informes necesarios; dicho objetivo se encuentra mediado por intereses particulares que buscan un beneficio individual, afectando de tal forma el interés general de los usuarios de la información y de todos los efectos que ocasione la modificación de la información.
El fraude corporativo está dirigido a la proyección de una imagen no real de la organización a fin de alterar la percepción de confianza, estabilidad, productividad y permanencia, entre otras, obteniendo con ello mayor inversión, financiación y posicionamiento en los diferentes mercados o ámbitos de participación de la empresa.Con lo anterior se aclara que el fraude corporativo no se emprende en deterioro interno de la entidad sino que está dirigido de forma externa, es decir, las acciones se empeñan en la manipulación de la imagen de la organización, ocasionando consecuencias de magnitud macroeconómica. Lo anterior puesto que se puede llegar a afectar la estabilidad de un sector económico o de un mercado, por lo que es de vital importancia que la auditoría desarrolle procesos que le permitan identificar la potencialidad o comisión de fraude corporativo.
En el fraude corporativo existen unas características especiales y que dificultan el proceso de la auditoría para la detección del mismo, y es que en la mayoría de las ocasiones dicho fraude es emprendido por altos niveles de mando y jerarquía en las organizaciones. Por tanto, los procesos de manipulación y alteración de la información son altamente tecnificados y planeados y la participación de dichos niveles gerenciales y directivos impide la obtención de la evidencia por parte del profesional contable para emitir opinión o incluir dichas situaciones en los informes.
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