Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

Inequidad de género, gran barrera para el desarrollo


Hace unos días en Bogotá se llevó a cabo el lanzamiento mundial del Informe de Desarrollo Humano –IDH– 2019 del PNUD.

La elección de Colombia para su presentación es relevante, porque es la primera vez que tiene lugar en un país en desarrollo, y porque, además, es un reconocimiento al liderazgo de la nación en la conceptualización de la Agenda 2030, así como en los objetivos de desarrollo sostenible y sus avances en los últimos años.

Según los resultados del IDH, Colombia ocupó la posición 79 entre 189 países, subiendo 11 posiciones con respecto a la medición del año anterior, ubicándose dentro del grupo de países con altos niveles de desarrollo humano.

Esto, debido a las mejoras en salud, escolaridad, expectativa de vida y reducción de la pobreza, aunque la desigualdad de ingresos y oportunidades continúe siendo amplia.

Pero quizá lo más novedoso del IDH no sea el ranking, sino la metodología con la que analiza la desigualdad, que va más allá del ingreso e invita a pensar en desafíos con grandes implicaciones a futuro como la crisis climática, el cambio tecnológico y la inequidad de género.

Así mismo, el informe propone un enfoque para la conceptualización de políticas para reducir la desigualdad, que vincula la distribución del ingreso con la expansión de las capacidades y la reducción de las inequidades horizontales –aquellas basadas en normas sociales que se traducen en exclusión–.

En este sentido, el IDH es útil para entender y resolver los desafíos pendientes de Colombia en equidad, dentro de los que está el tema de género.

El informe dedica un capítulo a explorar las brechas de desarrollo entre hombres y mujeres, argumentando que, al ser estas parte de las inequidades horizontales más prevalentes en el mundo, y afectar a la mitad de la población, es una de las barreras para el desarrollo humano.

El capítulo trae varios mensajes; primero, que el mundo tiene un largo camino por recorrer en términos de igualdad: a la velocidad actual, cerrar por completo la brecha económica entre hombres y mujeres tomaría 202 años.

Segundo, si bien ha habido convergencia en dimensiones básicas como la escolaridad y la participación política, las disparidades en oportunidades económicas son amplias.

Por último, la discusión alrededor de la equidad entre hombres y mujeres no debe ser estigmatizada como la defensa de una “ideología de género”, sino como una apuesta económica beneficiosa con grandes efectos sobre el desarrollo humano.

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El IDH incluye varios indicadores que muestran la prevalencia en Colombia de brechas de oportunidades económicas y sociales.

Así, mientras la expectativa de vida al nacer y años promedio de escolaridad son 8 % y 4 % más altos para las mujeres, respectivamente, su participación laboral e ingresos brutos per cápita promedio son 29 % y 35 % menores.

En términos de acumulación de habilidades complejas, solo el 34 % de los graduados de carreras STEM son mujeres.

Por otro lado, la violencia de género aún es prevalente: 33% de las mujeres mayores de 15 años han sido víctimas de violencia doméstica.

Cerrar las brechas de género tiene que ser un objetivo social y económico para reducir la inequidad en el país. Avanzar requiere de políticas focalizadas, pero sobre todo de un cambio en las normas que definen y estereotipan el rol de la mujer en la sociedad.

Rosario Córdoba Garcés
Presidenta Consejo Privado de Competitividad

Rosario Córdoba Garcés

Economista y Magister en Economía de la Universidad de los Andes. Actualmente se desempeña como presidente del Consejo Privado de Competitividad

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