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Inflación, un problema mundial


Los datos de inflación recientes son poco halagadores y están generando gran preocupación entre analistas, economistas, banqueros, miembros de gobierno, etc.

En los últimos doce meses, el IPC ha aumentado 4,4 %, muy por encima de la meta fijada por la Junta del Banco de la República para el año. Para muchos, la Junta del Banco debería actuar ya y subir las tasas de interés en su próxima reunión.

Otros, sin embargo, consideran que subir tasas en este momento sería un error, ya que podría ponerse en riesgo la reactivación de la economía, que apenas comienza. Adicionalmente argumentan, persiste la incertidumbre respecto a la evolución de la pandemia y la posibilidad de futuros cierres.

Ahora bien, no todos los precios están aumentando de la misma manera. Son esencialmente los alimentos y la energía los que están presionando la inflación al alza; para los alimentos con un aumento de 11,5 % en los últimos doce meses, e incluso superiores al 30 % en algunos productos.

La inflación no es una situación exclusiva de Colombia. Los precios están subiendo en el mundo entero, e igual que en Colombia debido en buena parte a los alimentos que, según cálculos recientes de la FAO, están en el nivel más alto de los últimos sesenta años.

Las razones, en su mayoría, tienen que ver con las disrupciones en la oferta generadas por la pandemia; interrupciones en las cadenas globales de valor, aumento de precios de materias primas y fletes, problemas logísticos a nivel mundial y escasez de mano de obra.

Esto, además del impacto del cambio climático sobre las cosechas. Claro está que también hay presiones por el lado de la demanda, alimentadas por los subsidios que los gobiernos han otorgado a sus ciudadanos.

En Colombia, dos hechos adicionales están incidiendo sobre los precios de los alimentos. El aumento de casi un 20 % en los costos de transporte por cuenta de la nueva interpretación del Sice-TAC y el desabastecimiento de algunos productos resultado del paro en mayo y junio.

Muchos países, particularmente emergentes, han respondido a las presiones inflacionarias, subiendo las tasas de interés. Otros, los más grandes, siguen debatiendo respecto a qué sería lo más conveniente para este momento de pospandemia y reactivación.

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Por mandato constitucional, la Junta del Banco debe velar por preservar el poder adquisitivo de la moneda y propender por un crecimiento económico sostenible. Un equilibrio difícil de lograr en el contexto actual.

En ese sentido ¿no será mejor esperar a contar con más información para tomar la decisión? Subir las tasas anticipadamente puede afectar la reactivación y el crecimiento, y dejarnos en el peor de los mundos.

Rosario Córdoba Garcés
Analista

 


 

Rosario Córdoba Garcés

Economista y Magister en Economía de la Universidad de los Andes. Actualmente se desempeña como presidente del Consejo Privado de Competitividad

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