Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.
Juan Pablo García dice que es muy difícil predecir cuándo el mercado tocará fondo y cuál es el momento óptimo para comprar.
El tener una visión de inversión estructural en el largo plazo maximiza el éxito.
El éxito de una inversión en el largo plazo depende de tener una estrategia clara con objetivos.
La dinámica económica y empresarial mundial se ha transformado en los últimos dos meses. Sin embargo, estos tiempos invitan a la reflexión y aprendizaje, pues de ellos se pueden extraer enseñanzas sobre cómo comportarnos respecto a nuestras inversiones.
Juan Pablo García, gerente y fundador de Tyba, plataforma digital para realizar inversiones, explica que hay tres factores que se han conjugado para generar el impacto en los mercados que se han venido experimentando.
El primero se relaciona con la propagación del COVID-19, lo que ha generado disrupción en las cadenas de abastecimiento global, afectando la producción de bienes y servicios, el comercio exterior y el consumo en general, a raíz de las medidas de aislamiento.
«Segundo, el impacto inicial en el precio del petróleo que tuvo el ambiente de incertidumbre generalizado por el coronavirus desencadenó una serie de eventos que pusieron en jaque al mercado internacional del petróleo», explica.
Tercero, es el sobredimensionamiento de los eventos. La imposibilidad de predecir cuánto tiempo puede durar y cuánto puede llegarle a costar esto a la economía mundial hace que el mercado tome una posición pesimista, que se ha visto reflejada en las valoraciones del mercado.
El análisis de crisis económicas que han ocurrido en el pasado permite concluir que se trata de períodos transitorios, en los que se experimenta miedo e incertidumbre, pero en los cuales siempre hay luz al final del túnel.
«La última crisis financiera global fue la del 2008. En ese entonces el mercado perdió hasta un 50 % de su valor en pocos meses, situación que, al igual que esta, produjo miedo e incertidumbre entre los inversionistas», recuerda García.
Sin embargo, las personas que decidieron mantener su inversión a través de este período y que lograron sobreponerse al impulso de vender sus portafolios fueron recompensados con rentabilidad.
Analizando en detalle los años posteriores, desde septiembre de 2008 hasta enero de 2020, la persona que mantuvo sus inversiones obtuvo una rentabilidad del 145 % nominal (8 % anual aproximadamente), que es una muy buena rentabilidad.
“Esto nos enseña a tener una verdadera perspectiva de inversión a largo plazo y ser disciplinados cuando se invierte en portafolios de acciones o que tienen una alta participación de acciones dentro de ellos. El éxito de una inversión, en gran parte, depende de tener una estrategia de inversión que esté alineada con nuestras metas y de ser disciplinados en realizar nuestros aportes periódicos, independientemente de la coyuntura de mercado”, agrega García.
Sin importar la coyuntura económica, siempre que se invierta hay que buscar asesoría para asegurar que se esté invirtiendo en portafolios consistentes con el perfil de riesgo y las metas de cada uno.
“Lo ideal es asignar distintos portafolios de inversión, según las metas y el perfil de riesgo de cada persona. Así nos aseguramos de recomendar portafolios que se ajusten a las necesidades. Hoy, como es lógico, los portafolios de mayor riesgo son los que más se han visto afectados por la volatilidad del mercado, pero a su vez son los que mayor potencial de valorización tienen en el tiempo”, explica García.
Y este es el tipo de inversiones que se recomienda para perfiles de personas con mayor tolerancia al riesgo y con metas de mayor plazo.
“Nuestros portafolios más conservadores, para las personas con menos tolerancia al riesgo y con inversiones de menor plazo, se han visto menos afectados por la crisis”, indica García.
Una vez se está invirtiendo en el portafolio indicado para cada inversionista, es importante tener en cuenta estas recomendaciones:
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