Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.
Para Pedro Bohórquez, contador general de la nación, la creación de una cultura contable que aplique variables económicas para proyectarse en el mundo de los negocios es urgente. Dejar de lado los intereses particulares y los caprichos sería un buen comienzo para llegar a ser eficientes en la gestión empresarial.
Hoy culminamos con nuestro especial del Día del contador 2018, que comenzamos el 19 de febrero, con la opinión de la máxima autoridad de la profesión: el contador general de la nación, Pedro Luis Bohórquez, quien nos entregó diversos puntos de vista sobre los ítems que hemos venido tratando.
En el proceso de globalización contable por el que está atravesando el país, el contador público debe desarrollar habilidades técnicas con un enfoque interdisciplinar e intradisciplinar; comprender los negocios en un entorno cambiante, desde la perspectiva y horizonte, tanto de la gestión privada como pública; fortalecer y desplegar habilidades comunicativas, interpretativas y críticas que le permitan liderar posiciones y aportes esenciales en la toma decisiones organizacionales, con una mirada integral del mundo de los negocios; coadyuvar con su trabajo ejerciendo un verdadero liderazgo para una real transformación de las entidades públicas, lo que implica un importante aporte a la sociedad, a través de la calidad y contribución en la información financiera y en la gestión pública de los recursos.
Nuestra profesión hoy en día está pasando por fuertes y contundentes cambios en razón de la implementación de las Normas Internacionales de Información Financiera, los marcos normativos para las entidades públicas mediante adopción indirecta de las Normas Internacionales de Contabilidad para el Sector Público y de la regulación en materia de aseguramiento de la calidad. Por lo anterior, algunas problemáticas para los contadores públicos y sus desafíos son: optar por una mayor formación y actualización en temas propios de la profesión, luego de la terminación de su pregrado; la transparencia de la información y de quienes tienen a su cargo dicha responsabilidad, lo cual es un factor determinante para lograr trascender en la labor y quehacer del contador público, que hoy por hoy se ha visto afectada de manera negativa. De igual manera, un sistema de sanciones coherentes que permita organizar y a reordenar las prácticas poco éticas de los contadores mediante la imposición de sanciones ejemplares.
Por otra parte, frente a las acciones que ha tomado la Dian orientadas a la disminución de los niveles de evasión de impuestos, los contadores públicos debemos contribuir coadyuvando a la creación de conciencia y de una cultura que comunique, al público en general, que las obligaciones impositivas ayudan a la función del Estado y que son un gran beneficio social.
Finalmente, las nuevas regulaciones contables expedidas para los sectores público y privado del país exigen, a los profesionales de la contaduría pública, actualizarse en las reconocidas practicas líderes mundiales, que dichas regulaciones llevan implícitas. Además, se requiere que sean competentes y responsables con su trabajo y con todos aquellos que les demanden sus servicios. Por ello, para poder enfrentar esta realidad, los contadores deberán entrar en un franco proceso de reaprendizaje contable y de auto capacitación, con el fin de estar preparados hacia estas nuevas demandas y exigencias profesionales y laborales.
Dada la apertura de mercados y la generación de información contable bajo un lenguaje común, una oportunidad de mejora consiste en lograr que la formación y el actuar profesional del contador público se oriente hacia un perfil interdisciplinario que le permita, no solamente desempeñar funciones de preparación y aseguramiento de la información, sino de gestión pública en cualquier ámbito de acción que se le exija.
Las normas contables que deben ser de total manejo por parte del contador público son aquellos estándares que a nivel internacional son de mayor aceptación, tanto para el sector público como privado. No obstante, más allá de los estándares de mayor aceptación, el contador público debe estar en capacidad de aplicar cualquier modelo contable, tener un manejo suficiente y competente de los fundamentos que soportan la disciplina contable, así como la capacidad profesional y técnica que le permita la emisión de juicios profesionales.
La contabilidad del siglo XXI no debe ser como muchos contadores la siguen percibiendo y creyendo, esto es, aplicando “debe y haber”; por el contrario, debe estar orientada a la apertura de mercados y de otras variables económicas que pueden tener efecto en las metas y objetivos de la Contaduría Pública. Por ello, es imperioso crear una nueva cultura contable que permita presentar información no sujeta al capricho o a los intereses particulares, para así poder hacer más eficiente la gestión empresarial que hoy tanto se reclama.
Ahora bien, si tenemos en cuenta que la competencia blanda se puede orientar también desde la óptica de la habilidad blanda, que lleva consigo habilidades interpersonales: autonomía, autoliderazgo, coherencia, integridad, capacidad de atención y de escucha, autorregulación, interés, curiosidad, autenticidad, responsabilidad personal y social, capacidad de reflexión, proactividad, pasión, motivación intrínseca, lógica divergente, humildad, aprendizaje continuo, empatía, capacidad de síntesis y de argumentación, gestión del tiempo, y confianza; todas ellas se deben considerar claves para que el profesional contable pueda ser competitivo y tenga capacidad comunicativa oral y escrita; capacidad de interacción con sus compañeros de trabajo; liderazgo en las actividades asignadas y un comportamiento caracterizado por la ética y los valores, como pilares de la actuación contable en cualquier rol.
Fundada en el año 2000 con la misión de “elevar el nivel profesional del Contador Público”
