Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

La cultura del no pago – Helio Fernando Vega Arroyave


Helio Fernando Vega Arroyave

Es común ver que en los últimos años el Gobierno nacional a través del Ministerio de Hacienda emita leyes de amnistía con el fin de que “los deudores morosos”, y los “omisos” se pongan al día con el fisco, o sea, vemos que son leyes que lo único que buscan es recaudar, sin profundizar en una verdadera reforma estructural que ataque no sólo la corrupción, sino que verdaderamente impulse la economía de nuestro país.

Es normal escuchar en las calles decir, por parte de los comerciantes, “yo no pago impuestos, porque todo se lo roba el Gobierno”; e infortunadamente se han visto miles de casos de corrupción en los que ministros, exdirectivos de la DIAN se han visto involucrados en casos de fraude, corrupción, peculado, entre otros. Mi llamado es a que cada funcionario viva de una manera integral, siendo honesto y coherente, pues el ejemplo debe empezar por casa, evitando este tipo de leyes que castigan a los contribuyentes cumplidos y honestos, y premian a los contribuyentes omisos y morosos.

Se necesita que el Gobierno a través de sus entidades de planeación y desarrollo elabore estrategias encaminadas al buen gobierno, ya que este flagelo de la corrupción ha manchado hoy más que nunca al sector privado, donde las empresas buscan mecanismos para pagar menos impuestos, pues se sienten “atracados” directamente al cobrar una participación de sus utilidades de un 35% (impuesto de renta) sin haber hecho nada para ganárselo.

Mi país hoy más que nunca, necesita reformas estructurales que realmente beneficien al empresario y al consumidor, por ejemplo,  eliminar el IVA sobre bienes de la canasta familiar, otorgar subsidios al campesino de clase menos favorecida, fortalecer el control al contrabando (donde incluso funcionarios del Gobierno se dejan sobornar por unos millones con tal que dejen pasar miles de millones en mercancía).

Está bien que el Gobierno en sus esfuerzos ha querido emitir leyes que mitiguen este flagelo, pero aún siguen siendo leyes muy débiles donde los castigos son irrisorios; para la muestra un botón, por ejemplo, en la ciudad de Cali, enfrente de las oficinas de la DIAN hay establecimientos callejeros donde venden mercancía de contrabando, tales como camisetas de la selección Colombia, gorras, zapatillas, sin mencionar los centros comerciales, como San Andresito, donde se estima que el 80% de la mercancía entra de contrabando y aún el Gobierno no toma medidas en el asunto.

La cuenta de escándalos de corrupción en nuestro país es vergonzosa; hoy es normal hablar de “carruseles”, “pulpos”, “ollas podridas”, y claro le llegó el turno para hablar de los descalabros de algunos funcionarios de la DIAN, como el hallazgo de falsas devoluciones del IVA por exportaciones ficticias que se reclamaron con facturas falsas, con la complicidad de funcionarios y exfuncionarios de la dirección de impuestos. El desfalco a los recursos del Estado alcanzó cifras astronómicas casi del 30% del presupuesto fiscal.

Hace algunos años la Universidad Externado realizó una encuesta a más de 500 empresarios, quienes admitieron que, en promedio, el 13 por ciento del valor de un contrato se destina al soborno, un equivalente a 3,9 billones de pesos.

¿Por qué suceden estas situaciones? Vamos a mencionar algunos aspectos que son comunes para todos:

  1. Instituciones débiles, tales como las contralorías, las fiscalías, la procuraduría que regulan los comportamientos de los individuos, siguen siendo débiles al aplicar las normas que sancionen estos comportamientos.
  2. Se acepta y no se denuncia, aquel que acepta el soborno a cambio de obtener un contrato, o un empleo, o un favor de parte de un político o jefe de turno.
  3. Falta de protección a testigos, también se da el caso de que aquella persona se entera de caso de corrupción, pero le da miedo denunciar, pues cree poner en peligro su vida ya que no es protegida por parte del Estado.
  4. Falta de educación, en este aspecto somos culpables tanto las instituciones como los padres de familia, pues si desde casa se inculcan valores espirituales y morales difícilmente vamos a ver casos de corrupción.

Autor:
CP. Helio Vega

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