Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

La partida de dos grandes – Gabriel Vásquez Tristancho


Gabriel Vásquez TristanchoEl Contador Publicó Javeriano Iván Olano Henao y Laureano Gómez Serrano.

Dos compañeros de trabajo, en su orden de partida hacia el oriente eterno, IVAN OLANO HENAO en un absurdo accidente en Estados Unidos el 21 de julio de 2011 y al día siguiente LAUREANO GÓMEZ SERRANO, luego de hacer crisis por una enfermedad que aunque delicada no le dio una segunda oportunidad. Qué difícil resulta escribir de personas que dejan una huella imborrable en nuestras vidas. Ambos tenían algo en común, eran de esos profesionales con mentes brillantes.

IVAN, lo conocí hace más de 25 años, orgullosamente Contador Público, nacido en la ciudad de Cali, estudió en la Universidad Javeriana de esa ciudad e hizo su carrera de junior, senior y Gerente en Arthur Andersen. Le siguió los pasos a su padre y luego a su hermano Ricardo Jaime en el difícil campo de la tributación empresarial.  No hace mucho tiempo, tal vez al final del año anterior, cuando estaba de par académico del CNA para la acreditación de su Facultad de Contaduría, le decía al Padre Rector Jorge Humberto Peláez Piedrahita S.J., cuando me mencionó algunos contadores ilustres egresados, que se le estaba olvidando a dos de los mejores asesores tributarios que conocía de Colombia: JAIME E IVAN. Inmediato, apuntó sus nombres para tenerlos en su lista de preferidos.

Sagaz con los números, memoria infinitamente detallista, recorría los problemas con una facilidad impresionante de quien maneja dos cosas bien complejas: Los impuestos y la contabilidad.  Su enfoque pragmático lo llevaba a tomar las decisiones más acertadas, con ahorros para las empresas que no necesitaba resaltar, simplemente aparecían como por arte de magia. Tenía habilidad para relacionarse con los clientes, estudiar el perfil empresarial y descubrir el lado humano de cada uno de ellos.  No dejaba escapar momento para hablar de las cosas importantes de la vida, de los últimos adelantos.

Con el más infinito desprendimiento ofrecía sus conocimientos a sus colegas y amigos.  Me siento orgulloso de ser uno de ellos. Estudiamos los temas más complejos, de ajustes por inflación con su hermano Edgar, de las normas internacionales de contabilidad, todas las  reformas tributarias, y cuanto problema en común se nos ocurría.  Tuvimos tiempo hasta de montar a caballo.  Aprendí con IVAN que esta profesión es de trabajo en equipo. Cuanta falta nos hará para cuando intentemos volver fácil los problemas difíciles.

LAUREANO, comienzo por decir que en la UNAB fue mi jefe como coordinador de investigaciones a mediados de los años 80. Junto con un grupo de docentes que nos dedicamos a la investigación: Victor Manuel Sarmiento, Rodrigo Velazco, Doris Lamus, Heriberto Sánchez y Campo Elias Narvaez. Un oficio que tal vez nunca dejaré, el de “profesor investigador” y que gracias a Laureano muy temprano entendí que era más importante que cualquier cargo administrativo: “el saber”. Cuando me preguntan cuál fue la época más feliz de mi vida profesional, no dudo en decir que fueron estos años donde de la mano de verdaderos maestros me formaron con un pensamiento crítico, social, tolerante, y sobre todo de respeto por las ideas de los demás, sin importar que tan avanzadas o básicas fueran.

Inquisidor a morir, mente abierta, siempre brillante, con el comentario preciso y mordaz cuando quería. Digno representante del pensamiento de la Universidad Nacional de Colombia. En silencio con atención propia del observador inteligente, sabía interpretar muy rápido las problemáticas, no importa cual complejas fueran. Su afán por explicar las causas primeras lo llevaron a profundizar desde la epistemología, saberes separados únicamente para los privilegiados como la hermenéutica y la lógica jurídica. El Derecho, no las normas, fue su campo sagrado, desde donde combatía con tenacidad a sus más diversos adversarios. No en vano obtuvo el summa cum lauden de su tesis doctoral en España.

Alguna vez en una Junta Directiva les dio por insinuar en acabar con las revistas de las facultades. Con su posición crítica y en defensa de lo que consideraba una ofensa contra la investigación, cuando le propusieron que hiciera una sola revista bien editada de toda la universidad, dijo con su tono tranquilo y siempre vivo “Yo no me presto para un revisticidio”.

Mil anécdotas, académicas, laborales, profesionales. Tuve también la fortuna de ser su compañía en varios procesos que demandaron estudios económicos, contables y tributarios. Respetaba los números pero no era su pasión. Tal vez en esto se apartó de nuestro origen en Zapatoca. Qué alegría vernos en un aeropuerto y pasar las horas de espera con amables anécdotas y gozarnos este país de contrastes y dirigentes desequilibrados. La UNAB nunca lo olvidará, su obra permanecerá imborrable por siempre.

Cordialmente,

Gabriel Vásquez Tristancho
Columnista Vanguardia Liberal
Socio Impuestos Baker Tilly Colombia
E-mail:  gvasquez@bakertillycolombia.com

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