El tema tributario de moda en Colombia es la reforma tributaria, la cual en el pensamiento del Gobierno debería ser aprobada y reglamentada antes que termine este año. Pero mientras llega ese día y las horas pasan, diversas opiniones desde diferentes entidades se escuchan.
Por ejemplo, los presidentes de Fenavi, Ricardo Rueda Pinilla, y de Fedearroz, Rafael Hernández, le pidieron al Congreso no aprobar el artículo de la reforma que crea un impuesto para los productos de la canasta familiar. El impuesto que recibirán productos como el huevo y el pollo es cercano a los 350 millones de pesos tendría que ser asumido primero por los productores y luego por los consumidores. Por otra parte, se podría generar contrabando de un producto como el arroz.
El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, ha dicho que en materia de recaudo, la reforma será neutra. Las cuentas del Gobierno indican que los cambios que se hagan en IVA, la creación del impuesto al consumo y el de la contribución empresarial para la equidad generarán recaudos adicionales.
Para hablar sobre algunos detalles de la reforma tributaria, dialogamos con Gabriel Vásquez Tristancho, Contador Público, columnista de Vanguardia Liberal y Socio Impuestos Baker Tilly Colombia.
Se trata de mejorar algunos controles sobre el recaudo, pero creo que falta lo principal y es que mientras más protocolos exijan las autoridades tributarias, para los trámites de devolución y otros procesos internos, mayor posibilidad hay de corrupción pero por parte de los funcionarios. Luego, el problema habrá que atacarlo en tres dimensiones, la del contribuyente, la de los procesos automatizados en lo posible y la de los funcionarios públicos.
Aparentemente es simplificar. Lo que realmente sucede es que cada tarifa en un momento histórico tuvo explicación, entonces, cambiar las razones que le dieron origen a cada una de ellas podría resultar incómodo al principio, pero estos cambios se normalizan en el mediano plazo.
Realmente son nuevas figuras para mejorar el recaudo.
No siempre se logra. El problema del empleo informal a través de prestación de servicios en Colombia deberá darsele un tratamiento institucional definitivo.
No es posible cambiar la informalidad laboral de la noche a la mañana. Los costos laborales son una barrera de entrada para algunos negocios y estas decisiones son totalmente impredecibles por parte de los empresarios.
Los servicios sociales atendidos a través de parafiscales son, en esencia, una obligación del Gobierno, luego disfrazar como un problema de los empleadores o costo de nómina, se está desviando las responsabilidades del Estado, que es el verdadero y único responsable.
La evasión es un mecanismo de protección y no siempre es un acto criminal. Hay que diferenciar la informalidad y los negocios estables y bien organizados de los criminales que siempre han existido, y posiblemente siempre existirán. Recordemos que la peor contabilidad en Colombia es la de impuestos, allí todavía hay vacíos difíciles de superar en corto plazo.