Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

- No existen empresas eternas. Tarde o temprano su empresa desaparecerá. El transcurso del tiempo acerca a todas las empresas a su desaparición. Tienen un ciclo de vida: un día se fundan y otro día desaparecen. Es la segunda ley de la Termodinámica de la cual nada ni nadie se puede escapar. Sin duda un concepto difícil de aceptar, pero inevitable.
- Las crisis se incuban durante las bonanzas. Es la dualidad dinámica, inevitable y creativa (o destructiva) que los orientales llaman yin y yang, el día y la noche, lo positivo y lo negativo, lo bueno y lo malo, la bonanza y la crisis. Son las dos caras de la misma moneda.
- Toda crisis es pasajera. Las crisis son periodos de transición, de desequilibrio y desarmonía, entre una situación insoportable y otra renovada, que deben superarse en un tiempo más o menos breve. Para bien o para mal, adecuadas o inadecuadamente enfrentadas, todas las crisis pasan.
- Las crisis se autoalimentan, se autoaceleran y hacen metástasis. Son procesos dinámicos que avanzan destructivamente minuto a minuto.
- Las crisis se agudizan solas pero no se resuelven solas. Alguien tiene que ocuparse de resolverlas utilizando un método eficaz.
- Toda crisis que no aniquila a la empresa y al gerente, los hace crecer. El desenlace de la crisis no enfrentada y resuelta es el aniquilamiento económico de la empresa y del gerente. Una crisis precozmente enfrentada y resuelta, produce el fortalecimiento de una y otro.
- Una empresa en crisis es una empresa sin gerente. El gerente deja de conducir la empresa y se ocupa forzosamente de padecer la crisis. Entretanto, la empresa deambula al garete, al vaivén de las olas, sin norte ni capitán.
- El responsable de la crisis, así como de su solución, es el gerente. ¡Quién más podría serlo!
- El último que acepta la crisis es el gerente. Mientras no la acepte, hace parte del problema. Quienes conocen la empresa advierten su crisis, pero el gerente la niega, la esconde o la justifica.
- La crisis es siempre más profunda de lo que el gerente cree. Los activos valen menos, los pasivos más y el patrimonio está más comprometido de lo que parece.
- No existe crisis sin solución y ésta es casi siempre obvia, pero hay que buscarla metódicamente porque no se ve a simple vista: está escondida detrás de los temores paralizantes que produce la crisis.
- La solución tiene unos costos que alguien tiene que pagar. No existen soluciones gratuitas.
- Las crisis no se resuelven trabajando más. Es la trampa del activismo. Los gerentes no buscan soluciones. Consumen su tiempo trabajando frenéticamente, como quien busca expiar una culpa.
- Toda crisis debió haberse enfrentado hace varios años. Se hace tan difícil y costoso resolver la crisis por la tardanza en tomar las decisiones de fondo que se requieren para enfrentarla. Mientras tanto, la crisis se autoacelera, se autoalimenta y hace metástasis.
(*) Crisisólogo. Autor del libro Cómo recuperar su empresa. www.crisisologia.com.
alvaromarinh@crisisologia.com