Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

«Lo que nos hace corruptos es el enfermizo culto al dinero entronizado en nuestra sociedad»


«Lo que nos hace corruptos es el enfermizo culto al dinero entronizado en nuestra sociedad»
Actualizado: 25 enero, 2018 (hace 6 años)

Lorena del Pilar Motta, gerente de Global Forensic Auditing, afirma que el soborno no sería viable si se comprendiera que el juego de supervivencia es de largo plazo y que lo ganaremos cuando todos los seres que participamos en él tengamos igualdad de oportunidades, logrando así el equilibrio.

Lorena del Pilar Motta Forero, profesional en finanzas y relaciones internacionales de la Universidad Externado de Colombia, con master en relaciones internacionales de la Universidad Complutense de Madrid, expone su punto de vista sobre lo que nos hace ser corruptos. Para ella, normalmente al analizar este fenómeno nos remitimos a cifras estremecedoras, noticias aberrantes sobre desfalcos del erario que, desafortunadamente, nunca faltan en los diarios, así como también se escuchan propuestas para fortalecer las herramientas normativas, policivas y judiciales.

«Lo anterior implica trasladar toda la responsabilidad a terceros; generalmente a los políticos, como si fueran una categoría humana autónoma y como si los particulares no hicieran parte de esta cadena perversa. Sin embargo, son pocas las miradas que se centran en las causas más profundas de la corrupción que se relacionan con el comportamiento del ser humano», afirma Motta Forero.

Motta Forero explica que, partiendo de que la corrupción consiste en aprovechar indebidamente una situación de poder para obtener un beneficio particular, generalmente de tipo económico, y de que no hay un corrupto sin un corruptor, puede decirse que:

«(…) lo que nos hace corruptos es el enfermizo culto al dinero entronizado en nuestra sociedad y el hecho de que aún no hemos logrado entender, como especie, que solo podemos sobrevivir de manera sostenible comportándonos cooperativamente, como una colectividad.»

Para la actual gerente de Global Forensic Auditing –GFA–, dar o aceptar un soborno para acceder a un contrato, conseguir un nombramiento, tener acceso a información privilegiada o eludir la ley, no sería tan frecuente si el éxito no estuviera medido por la riqueza individual, y si la condición de persona respetable no se asociara a una posición o a los saldos de los extractos bancarios.

«Si la corrupción se ha generalizado y si el poder del soborno desborda la capacidad del legislador y del sistema judicial, es porque unos billetes fáciles en el bolsillo justifican asumir todo riesgo, ya que estos abren la puerta al paraíso que promete esta sociedad de las cosas que ha renunciado a avanzar a la sociedad del ser», asegura Motta Forero.

“Sobornar implica tener acceso ilegítimamente a algo a lo que otro tenía derecho por justo mérito”

Motta dice además, que el soborno tampoco sería viable si se comprendiera que el juego de supervivencia es de largo plazo y que «lo ganaremos cuando todos los seres que participamos en él tengamos igualdad de oportunidades, logrando así el equilibrio».

Sobornar implica tener acceso ilegítimamente a algo a lo que otro tenía derecho por justo mérito, y este desorden genera una bola de nieve en cadena, con conflictos de diverso tipo que, tarde o temprano, se devuelven contra los que lo generaron, describe Motta Forero. «Para ilustrar lo anterior, solo piense en las muertes que se habrían podido evitar si los recursos de la salud no estuvieran en manos de corruptos».

Motta Forero afirma que, con valores humanos debidamente jerarquizados, egos individuales domados y un mercado que deje de actuar como una superestructura que orienta y da sentido a la vida, las campañas preventivas, de investigación y de detección de la corrupción, como las que hacen las empresas de auditoría forense, serían mucho más fáciles de adelantar ya que el triángulo del fraude quedaría debilitado. Esto, dado que, en el momento de la toma de decisiones, ganaría importancia la defensa de los fines institucionales y valores humanos reales, como debe ser.

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