Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

Mayoría de colombianos trabajan como independientes, y los asalariados lo hacen de forma informal


Mayoría de colombianos trabajan como independientes, y los asalariados lo hacen de forma informal
Actualizado: 30 septiembre, 2019 (hace 4 años)

Jaime Tenjo, Rosario Córdoba y Stefano Farné discuten la realidad del mercado laboral en el que se destruyen empleos, hay una alta informalidad laboral y se busca posicionar los altos costos laborales no salariales. Se debe avanzar hacia las nuevas realidades de las condiciones laborales del mercado.

Jaime Tenjo, director del Departamento de Economía de la Universidad Jorge Tadeo Lozano asegura, en su columna Desempleo: ¿un aumento temporal o duradero?, que el mercado laboral colombiano se ha convertido en una institución muy compleja, que sobrepasa las herramientas y la concepción misma de lo que es la política laboral.

Por un lado, cerca de la mitad de las personas en Colombia trabajan como independientes, fuera de las protecciones consagradas por el Código Sustantivo del Trabajo –CST–. Además, muchas de las personas que trabajan como asalariadas lo hacen de manera informal, lo cual, en la práctica, los deja fuera de la protección del código.

«Por otro lado, la legislación laboral que existe dota de herramientas al Ministerio del Trabajo para ejercer funciones de protección, inspección y vigilancia, pero no lo dota de instrumentos para hacer política laboral, excepto en un sentido muy limitado», explica Tenjo.

Desde su punto de vista, el país está en mora de repensar el manejo de los mercados laborales a la luz de las nuevas realidades, como son el crecimiento del trabajo no asalariado, las condiciones del trabajo a distancia, el manejo de riesgos laborales de distinto tipo (incluyendo riesgos como el de quedar desempleado, las incapacidades, etc.) y el manejo tanto de la oferta como de la demanda, de manera consistente con los objetivos generales de la política económica y social.

«En gran medida, la crisis de desempleo que estamos viendo en este momento es solo un síntoma de un problema de institucionalidad laboral profunda», critica Tenjo.

Rosario Córdoba Garcés, presidenta del Consejo Privado de Competitividad, en su columna Una prima del todo inconveniente destaca cómo el desempleo en Colombia es el segundo más alto de América Latina, después de Brasil. Por su parte, la informalidad laboral se mantiene en niveles altos, entre el 58 % y el 64 %, dependiendo de la medición.

Lo anterior, para ella, es el resultado de factores que limitan el correcto funcionamiento del mercado laboral, como son los altos costos laborales no salariales, un salario mínimo que no refleja la productividad laboral y las rigideces normativas sobre esquemas de contratación y despido que afectan la creación de empleo formal y, por esta vía, el acceso a la seguridad social.

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«En el caso del mercado laboral, para mejorar las condiciones de los trabajadores de manera permanente se requiere diseñar, promover y ejecutar estrategias que ataquen las causas estructurales de las rigideces y que no exacerben los problemas existentes; una tarea que es responsabilidad de todos: del gobierno, del Congreso, de las empresas, de las centrales obreras, de la academia y de la sociedad civil», afirma Córdoba Garcés.

“garantizar que los incrementos del salario mínimo no superen la suma de la inflación y la productividad, y que los altos costos laborales no salariales se vayan reduciendo en el tiempo”

Para ella, se deben flexibilizar y ajustar las normas que rigen el mercado laboral, para que puedan hacerle frente a los retos de la nueva economía. Así mismo, garantizar que los incrementos del salario mínimo no superen la suma de la inflación y la productividad, y que los altos costos laborales no salariales se vayan reduciendo en el tiempo.

Preocupa la destrucción de empleos

Stefano Farné, director del Observatorio del Mercado Laboral de la Universidad Externado de Colombia indica que el mercado laboral nacional habría destruido poco más de 360.000 empleos durante el trimestre abril-junio. Una situación que, desde su punto de vista, es grave y aumenta la dificultad de interpretar el fenómeno del desempleo en el país, y que analiza en su columna Auge del desempleo y los venezolanos.

«La caída de 775.000 plazas del empleo nacional en lo que va del año constituye una verdadera catástrofe laboral que tiene precedentes solo en noviembre de 2008, cuando la crisis financiera internacional deprimió el crecimiento de la economía colombiana casi a cero», recuerda Farné.

En este año, en el que el ritmo de la actividad económica se aceleró y se espera que esté en el orden de un 3 %, no es razonable el hecho de que el empleo se contraiga en una cifra tan considerable. «Más bien, la lógica económica indicaría que la caída ocupacional registrada en abril pasado solo es posible en un país en profunda crisis económica», resalta Farné.

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