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‘Mermelada’ y reforma tributaria


‘Mermelada’ y reforma tributaria
Actualizado: 22 septiembre, 2014 (hace 10 años)

Guillermo Perry asegura que existe una percepción generalizada de que el gasto público se distribuye según los intereses de los políticos y no con los de los ciudadanos. Y que, por eso mismo, es muy ineficiente y hay mucha corrupción.

¿Una reforma antitécnica que se vaya en ‘mermelada’? Mejor un IVA educativo y gravar dividendos o utilidades…

Nada hace más impopulares los impuestos que la percepción generalizada de que el gasto público se distribuye de acuerdo con los intereses de los políticos y no con los de los ciudadanos. Y que, por eso mismo, es muy ineficiente y hay mucha corrupción. Esa percepción se ha acentuado con el aparente cinismo con el que Santos defiende la ‘mermelada’.

Un trabajo reciente demuestra los efectos nefastos de esta práctica. Los congresistas llevan recursos del presupuesto nacional (‘mermelada’) solo a los municipios que dominan electoralmente. El alcalde puede hacer más gasto con esos recursos, sin aumentar el recaudo de impuestos locales. Pero tiene que invertirlos según los deseos del congresista y se convierte en su rehén: su carrera política depende de este y no de cumplirles a los electores locales. Aun si no hay corrupción (y con frecuencia la hay, pues al alcalde le toca usar a los contratistas que indique el congresista), la ‘inversión social’ de la ‘mermelada’ no se rige por las prioridades de los ciudadanos.

En contraste, cuando hay competencia política y el municipio no tiene dueño, a ningún congresista le interesa llevarle ‘mermelada’. Si el alcalde quiere hacer más gasto, tiene que incrementar los impuestos locales. Esto, a su turno, lo obliga a invertirlos de acuerdo con lo que desean los ciudadanos o, de lo contrario, ahí termina su carrera política. Los ciudadanos son muy exigentes sobre cómo se invierten sus impuestos porque les duele pagarlos. En cambio, no supervisan cómo se invierte la ‘mermelada’ (o las regalías) porque no les aprietan el bolsillo y ni siquiera saben cuánto es su monto. En razón de lo anterior, los autores encuentran que hay mejores servicios públicos (agua, educación, salud) donde hay menos ‘mermelada’.

Este hallazgo concuerda con investigaciones en muchos países sobre qué hace que la descentralización funcione o resulte un fracaso. Y con su conclusión: las transferencias de la Nación deben tener un monto conocido, no depender de la discreción de un ministro o un congresista, dedicarse a fines específicos y tener buena supervisión del Gobierno Central sobre su correcto uso. Estas cuatro condiciones se cumplen en el Sistema General de Participaciones. Las últimas dos no se aplicaban a las regalías y por eso se malgastaron tanto. Y la ‘mermelada’ no cumple con ninguna de ellas.

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