El exdirector de la Dian, Horacio Ayala, afirma en entrevista con Actualícese que no es conveniente reducir el nivel de tributación de las empresas, mientras no existan fuentes confiables para reemplazar los ingresos del Estado. Además, se debe revaluar el tema de las exenciones tributarias a estas.
Horacio Ayala Vela, contador público, consultor, columnista y exdirector de la Dian, comparte en Actualícese su punto de vista sobre la reducción de impuestos para las empresas, el incremento de estos para las personas naturales, las exenciones tributarias, entre otros temas.
El momento es crítico para las finanzas, porque todavía estamos sintiendo los efectos de la crisis del petróleo. No es conveniente reducir la tributación, mientras no existan fuentes confiables para reemplazar los ingresos del Estado. Por otra parte, es importante tener en cuenta que, en materia de impuestos de período, los impactos no se producen de manera inmediata.
En mi criterio, no existe mucho margen para incrementar los impuestos a las personas naturales, después de los impactos de la reforma tributaria de 2016. Además, los incrementos en los ingresos por este concepto no pueden ser muy ambiciosos, debido a la escasa capacidad de tributación de los trabajadores y los elevados índices de informalidad.
Sin duda este es el campo más amplio que tiene el Estado, no solo para incrementar los recaudos, sino para lograr una equidad tributaria. Particularmente, es indispensable eliminar los beneficios tributarios concedidos de manera discriminatoria, así como aquellos que comprometen los recaudos de varios períodos presidenciales; es tanto como comprometer vigencias futuras, sin designarlas con nombre propio.
Siempre se habla de este tema, pero no se toman medidas serias. Se pueden hacer mejoras en la Dian, pero los mayores focos de evasión surgen de las propias normas, cuando crean beneficios especiales, bajo condiciones que la administración tributaria no puede verificar de manera objetiva. Hay un gran desconocimiento en la redacción de las normas y los requisitos para cumplirlas.
En mi criterio, la deficiente y errada legislación es la causa principal de la evasión, en especial, la gran evasión. La informalidad es otra de las causas, pero no se le puede atribuir solo a la Dian.
Este es un ejemplo típico de los beneficios tributarios que se crean sin pensar en las coyunturas de evasión que abren y en las dificultades para el control. Cuando se perfora el sistema de control de un tributo es imposible predecir y, mucho menos, cuantificar las consecuencias.
Creo que es indispensable armonizar los regímenes tributarios a todos los niveles, para simplificarlos y para facilitar el control. Hay muchas ruedas sueltas a nivel territorial; la peor de todas, la proliferación de estampillas.