Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.
Para Jairo Santander, economista, docente y miembro del Cider, propuestas como la que considera la ministra del trabajo reflejan una comprensión limitada del fenómeno de la informalidad laboral, entendiendo dicha condición como el cumplimiento de ciertos requisitos y no como una forma de vida.
Jairo Santander Abril, economista, profesor asistente de la Universidad de Los Andes, y miembro del Centro Interdisciplinario de Estudios Sobre Desarrollo –Cider– afirma en entrevista con Actualícese que ampliar el número de colombianos aportantes al sistema pensional pasa por una mayor promoción de la cultura del ahorro, lo cual es pilar de cualquier sistema de mercado y de planeación de vida.
El punto de partida es una comprensión real del fenómeno de la informalidad laboral en el país. La dicotomía entre lo formal y lo informal con la que se abordan las políticas desconoce los distintos puntos de encuentro y los múltiples lazos que existen entre el sector formal y el informal. Esto se observa, por ejemplo, en los encadenamientos productivos que muchas empresas grandes establecen con empresas pequeñas con un componente de trabajo informal elevado, y que si se comprenden en su potencial se pueden generar importantes espacios de acción política en procura de un mejoramiento productivo.
Otra área poco explorada en cuanto a políticas, se asocia a la promoción entre los empresarios de mejores prácticas laborales, de acompañamiento y apoyo al trabajador. Esto último, en procura de hacer más atractivo el empleo formal para las personas.
Aun así, el Ministerio del Trabajo debe articular sus esfuerzos de política con el resto del equipo económico del Gobierno, porque la gran parte de la informalidad es resultado de las particularidades de la estructura económica del país en donde existe un amplio sector de la economía muy rezagado en términos de productividad y una conformidad social con dicha situación.
Creo que el alcance es limitado y pone en una condición de mayor vulnerabilidad a un grupo importante de trabajadores. Este tipo de propuestas reflejan una comprensión limitada del fenómeno de la informalidad laboral, en la cual se comprende la condición de informalidad como el cumplimiento de ciertos requisitos y no como una condición de vida, ni como parte de las particularidades de una parte importante de la estructura económica del país ampliamente rezagada de los circuitos de productividad e innovación.
Creo que lo que se puede hacer en términos de incentivos a las empresas puede tener un alcance limitado, y esto se observa en los pocos impactos que han tenido las distintas normas de flexibilización laboral y abaratamiento de costos laborales que se han venido implementando en los últimos 15 años.
Los reales incentivos están en la promoción de transformaciones productivas en los sectores económicos rezagados que lleven a que los empresarios requieran trabajadores más preparados, para que así vean valioso el hecho de interiorizar los costos de tener un trabajador y de retenerlo, al igual que contar con políticas de gestión del trabajo y promoción de bienestar del trabajador. Y esto pasa por hacer al trabajador colombiano valioso para el empresario en aquellos sectores donde esto no está ocurriendo, como el agrícola, el minero y de servicios de comercio, entre otros.
La pregunta ahí es si realmente se tiene la voluntad política para ello, o si estamos conformes con esta lógica de estructura dual, en la que se convive muy bien con sectores económicos rezagados e improductivos.
Desde la comprensión acotada del fenómeno, la cotización al sistema pensional está asociada a la formalidad. Sin embargo, como se ha planteado, no es adecuado seguir trabajando con comprensiones limitadas del fenómeno para asuntos de política.
Aun así, una ampliación de los aportantes al sistema pensional pasa por una mayor promoción de la cultura del ahorro, que es pilar de cualquier sistema de mercado, y de planeación de vida.
Ese es uno de los principales retos. Quedarse en asociar empleo de calidad al acceso a seguridad social limita fuertemente la comprensión de esta parte del problema, que es central. En el país hay que realizar mayores esfuerzos para hacer más atractivo el trabajo formal, tanto para el empresario como para el trabajador. Y esto pasa por muchas aristas, entre las que se encuentra la cultura organizacional de las empresas, sobretodo de las medianas y pequeñas, el trato patrono-trabajador, la implementación de prácticas flexibles de trabajo (en tiempos, espacios y responsabilidades), entre otras, que permitan al trabajador ver el lugar de trabajo y sus labores como dignificantes de su condición de vida.
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