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Pares académicos en Contaduría ¿Para qué? – Hernán Rodriguez


Autor: Hernán A. Rodriguez

Fácil es ver la distancia entre el querer ser y el ser, pero no es fácil denunciar las apariencias sostenida a punta de discursos de los que tienen ganas de ser. Un sistema de calidad ideado para facilitar la evaluación de las condiciones mínimas de calidad de los programas de las facultades, pero cuyo verdadero fin debería ser el asegurar la calidad, se vuelve una maraña de formatos y de discursos inconexos en mano de la mediocridad académica de muchos programas de Contaduría.

Toda unas maratónicas jornadas de preparación de formatos para la «visita de los pares» se convierte la actividad académica de un programa donde hay que estar «muy tieso y muy majo» para pasar la mirada escrutadora de estos «pares». Los formatos que retratan lo institucional por lo general quedan muy bien presentado ya que la actividad de maquillaje y retoque discursivo corre a cargo de equipos transdisciplinares donde por lo general emergen líderes de excelsas condiciones personales y sociales; lo académico queda muchas veces en manos de «contadores académicos» con conocimiento extenso de las mallas curriculares elaboradas bajo la guía de profesionales de otras disciplinas que no tienen ni idea de los perfiles, competencias y contenidos de la Contaduría Pública.

En días en que se están hablando de currículos integrados y por competencias tenemos pares visitadores que no demuestran el pensamiento crítico, ni los conocimientos disciplinares para poder decir si los programas de Contaduría cumplen con los objetivos de su misión, si los perfiles a alcanzar están alineados con las competencias reconocidas mundialmente para el contador y si los contenidos conceptuales son diferentes a las tradicionales repeticiones generacionales de módulos heredados. Debido a esta falta de criterios evaluadores todavía podemos ver programas de contaduría funcionando como escuela de tiza y tablero, pero con condiciones mínimas aprobadas después de una exitosa evaluación de pares académicos.

¿Cómo evaluaron la pertinencia regional del perfil anunciado por el programa? ¿De dónde sacaron los estándares de competencias? ¿Cómo verificaron las unidades temáticas de los microcurrículos? ¿Tuvieron en cuenta los resultados ECAES? ¿Cómo midieron el impacto de los egresados?.¿Qué mensajes dieron sobre docentes de alto impacto pero sin maestrías ni doctorados? ¿Qué les propusieron para el relevo generacional? Y sobre la investigación ¿qué les dejaron ver?

Y sobre todo podremos preguntar si después de la visita de condiciones mínimas, los programas de contaduría verdaderamente marcharán hacia el mejoramiento continuo en procura de certificaciones de calidad.

Si convertimos el sistema de evaluación de calidad educativa de los programas de pregrados en simples formalismos para la evaluación caprichosa de los pares, entonces los programas de contaduría de universidades de bajo perfil institucional continuarán siendo refugio para conseguir competencias laborales tempranas; y los insertados en universidades de alto perfil institucional, seguirán desconociendo el contexto real en el que se mueven la mayoría de practicantes de Contaduría Pública.

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