Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.
Hernando Bermúdez dice que en un país como Colombia, con una clase pudiente pequeña, los motivos para no pagar impuestos abundan.
Isabella Bello afirma que reforma tributaria debe ir acompañada de un verdadero programa anticorrupción y auditoría constante de recursos.
Eduardo Lora indica que necesitamos una reforma tributaria estructural y una estrategia sostenida de combate a la evasión.
Hernando Bermúdez Gómez, profesor del departamento de Ciencias Contables de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, coordinador del Centro de Estudios en Derecho Contable y editor de Contrapartida, afirma que hasta nuestros días, la corrupción acompaña el recaudo de impuestos.
«Evidentemente, su manejo “político” hace que no esté sometido a una buena administración. Hablando en sentido muy amplio, director tras director, durante los últimos 60 años, ha demostrado que no basta saber mucho de impuestos si no se conoce cómo administrar», afirma.
Describe que cuando un país está en desarrollo, con una clase pudiente muy pequeña, como el caso de Colombia, los motivos para no pagar impuestos abundan.
«Además, la corrupción implica planear recaudos muy superiores, para que alcancen luego de lo que se distrae de las arcas públicas. Las reglas tributarias contemplan muchas normas sobre reconocimiento y medición, algunas de las cuales se apartan significativamente del valor razonable. Como sabemos, el valor histórico beneficia a los ricos», puntualiza.
Para Isabella Bello Hurtado, gerente de servicios legales y tributarios de PwC, afirma en dialogo con Actualícese que cobrar más impuestos en las circunstancias en las que estamos es difícil, porque hay familias que pasaron de dos ingresos a uno.
Para ella, «ampliar la base de contribuyentes me parece una solución más realista que imponer más impuestos, pero debe ser algo paulatino y que obedezca de verdad a una inversión social plausible y notoria. Esto, desafortunadamente, va atado a un tema coyuntural como es la corrupción», puntualiza.
Opina que la reforma tributaria debe ir acompañada de un verdadero programa anticorrupción, una auditoría constante de los recursos que permita a la ciudadanía ver, en efecto, el impacto de sus impuestos.
«Por ejemplo, el programa de obras por impuestos podría ser ampliado, pues esto claramente ayuda a la confianza del contribuyente. Es algo que le permite ver que su contribución en efecto se materialice en un proyecto de interés social», sugiere.
Eduardo Lora, investigador de fenómenos económicos y sociales en entidades como Fedesarrollo, el Banco Interamericano de Desarrollo –BID– y la Universidad de Harvard, dice en Actualícese que debe haber castigos ejemplares para los evasores y corruptos, incluyendo la cárcel.
«En Colombia los evasores cuentan con aceptación social y política, en vez de ser considerados maleantes, como en efecto lo son», recalca.
De igual forma, dice que las declaraciones de renta de las sociedades deben ser públicas, así como las bases de datos anonimizadas de todas las personas.
«Lo anterior debe ir orientado a aumentar el auditaje, fiscalización y castigo de los evasores, lo que requiere el compromiso de diversas entidades, incluyendo la Fiscalía, que actualmente rehúye estas tareas», explica.
¿Entonces si se ataca la evasión y la corrupción no sería necesaria una reforma tributaria? Explica que el problema fiscal es tan complicado que necesitamos una reforma tributaria estructural y además una estrategia sostenida de combate a la evasión.
«No vamos a tener recuperación económica mientras no despejemos el panorama fiscal. No tenemos todo el tiempo del mundo para hacerlo: la pérdida del grado de inversión puede estar a la vuelta de la esquina», concluye.
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