Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

Responsabilidad de reportar y asegurar información financiera bajo IFRS causa terror – Hernán A. Rodríguez


Tiempo atrás, nos acordamos los contadores ahora adultos, el proceso contable era 100% manual (“era todo un arte”):

1. Se tenían  soportes internos y soportes externos.
2. Se debía armar el registro contable de cada transacción y confeccionar el comprobante de diario.
3. A su vez el comprobante de diario se asentaba en los libros diarios y auxiliares.
4.  Del resumen de los libros auxiliares se pasaban al libro mayor.
5. Al final del ejercicio se armaba una hoja de trabajo para obtener el balance de prueba.
6. El balance de prueba tenía dos momentos, uno sin ajustes y otro con estos.
7. Las cuentas del balance de prueba ajustado tenían dos destinos:

• las reales para el balance
• las temporales para el estado de pérdidas y ganancias

Y todo no acababa allí. La persona encargada de la secretaría digitaba la presentación de los estados financieros en máquina de escribir. Solo después aparecieron los reportes en “las sábanas” de Supersociedades.

Luego llegó el software contable. En ese momento, en vez de escribir en libros manuales la transcripción se hacía en máquinas inmensas llamadas computadoras. Se cambió el lápiz y el libro por un computador grande para muchas contabilidades que se le llamó “servis”. ¡Ah…!  otra cosa, los libros eran de hojas continuas.

Años atrás el contador sabía aplicar todos los procedimientos valorativos a activos. Los inventarios con sus sistemas y métodos, el cálculo de la depreciación, las provisiones para cartera, etc. Pero llegaron los PUC y se acabó todo. Todo quedó escrito en una legislación contable y lo que no estaba allí lo decía la legislación tributaria.

Con la llegada de los computadores personales –PC– todo fue rápido. Los contadores públicos egresados de las universidades sabían de software, de PUC, sabían de tributaria y de presencia estatutaria (Revisoría Fiscal). Y todos eran expertos en Excel.

Todo el mundo estaba feliz. Había un Consejo Técnico de Contadores Públicos –CTCP– filosófico, pero que daba luces a los que preguntaban. Algunos catedráticos estudiosos fueron obligados a mirar todo desde la óptica tributaria. Los empresarios pedían contadores públicos con conocimiento de Excel, Word y de tal o cual software, y con amplios conocimientos de diligencias tributarias.

Hasta que llegó la convergencia. En este estado de cosas nos sorprendió la adopción convergente adaptativa de IFRS.

Ahora, tenemos una profesión contable que se olvidó de leer a los clásicos de la contabilidad financiera y que escondió a sus practicantes detrás de muchos trámites documentales de sesgo tributario, se obligó a beber Estándares Internacionales sin respirar y con los ojos cerrados.

Muchos líderes de la profesión entraron en éxtasis cognitivo y fueron iluminados con conocimientos que les permitía hacer recitación profunda sobre Normas Internacionales de Información Financiera, pero no tuvieron en cuenta la gran masa de contadores que no eran preparadores de información financiera de propósito general.

Empezó el terror: preguntas acerca de cómo dar de baja cualquier saldo que quedara de los ajustes por inflación, dar de baja a las revaluaciones de activos y usar ese mismo valor como costo atribuido, proceder a desmontar los estimados hechos en cumplimiento de reglas tributarias, y conocer cómo activar los contratos de leasing y sobre todo cómo aplicar las definiciones de activos y pasivos y sus características para dar de baja o reconocer activos y pasivos. Pero, sobre todo, lo que más terror causó fue el vasto manojo de reglas para los instrumentos financieros que se les quiso enseñar a los responsables de contabilidad, a pesar de que nunca las aplicarían en sus empresas pymes.

  • Terror por saber cómo poder aplicar NIIF sin tener que dejar de aplicar COLGAAP (PCGA).
  • Terror por tener que aprender a manejar lo que siempre les dijimos a los contadores que era malo: ¡la doble contabilidad!
  • Terror a partir de la reforma tributaria Ley 1819 de 2016, por saber que algún ajuste en convergencia se podría configurar como una inexactitud de declaraciones tributarias anteriores.
  • Terror por formatos expedidos a última hora y adaptados de las taxonomías XBRL, y que deben ser diligenciados al momento de reportar, para digitarlos en un portal adaptado mal o bien para ello.

Y, sumado a todo lo anterior, terror por no saber a quién acudir para explicarles que nos han metido en una babel impresionante, y que no se saldrá de ella ni con las certificaciones internacionales si las universidades no cambian la orientación hacia competencias de aseguramiento de información financiera.

Hernán A. Rodríguez
Experto en Contaduría Internacional y Tecnología Informática Asesor de Auditorias Enfocadas en Riesgos Investigador: IFRS y XBRL, COL GAAP, UK/US GAAP, Cartagena, Colombia
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