La profesión tiene que entender que debe protegerse a sí misma. Lo que los empresarios no quieren que se cuente y que los gobiernos les ayudan a callar tiene que difundirse por el gremio, para que la comunidad juzgue por su cuenta, sin estar presa de las versiones de unos u otros.
Las empresas no son reproducciones de un molde. Los contadores deben saber entender las empresas de sus clientes para brindarles respuestas que correspondan a la empresa como un todo y no solo a una parte de esta. Siempre hay que dar respuestas a la medida; no valen soluciones estandarizadas.
Es preocupante que por una cuestión de forma se prevea la posibilidad de declarar una norma como inconstitucional, en este caso una ley, sin pretender tener en cuenta los impactos de la información realizada en empresas que han requerido un esfuerzo humano y operativo ya culminado o en parte.
El Ministerio del Trabajo exige que el revisor fiscal manifieste en su informe si la entidad ha cumplido su obligación de aportar al sistema seguridad social. El riesgo profesional de emitir esta certificación es bajo, pero en otros es muy alto si se considera que algunas empresas no pagan aportes.
Los que piensan que el sistema contable no es una base esencial de los estados financieros llegan a pensar que se puede opinar sobre estos sin haberse asegurado de que la fuente de sus datos es confiable. El valor probatorio de la contabilidad surge de los soportes, comprobantes, libros e informes.
No se hubiese avanzado hacia una contabilidad pública financiera si Perry Rubio, como constituyente en un primer momento, y como ministro de hacienda posteriormente, no hubiese estado ahí. Intentos previos fueron infructuosos; solo el convencimiento de esta idea en este economista logró su cometido.
Hay contadores que se encargan de revisorías, aunque sus condiciones de factibilidad no estén satisfechas, haciendo que exista una desfiguración de la institución, pues los revisores fiscales se convierten en diseñadores e implantadores de los procedimientos respectivos, perdiendo su independencia.
El derecho tributario ha desfigurado la revisoría, forzando comportamientos que no son propios de la profesión contable, pero que convienen mucho a la autoridad fiscal. El verdadero sentido de la colaboración no es hacerle mandados a las autoridades, sino compartir informes y hallazgos
La contabilidad analítica permite conocer tendencias que no son de fácil percepción. Por ello es un gran error pensar que la contabilidad solo le sirve al Estado. Los primeros que deben usar bien la contabilidad son los contadores, pero lamentablemente algunos no pasan de procesar comprobantes.
La Confederación Colombiana de Organizaciones No Gubernamentales preparó una infografía para mostrar las entidades que se consideran sin ánimo de lucro. Sin embargo, estas son realmente un conjunto de entidades muy diversas, desde los puntos de vista legal, económico y social.
En un documento reciente, el Consejo Técnico de la Contaduría Pública dice: “(…) La presente orientación es de aplicación para revisores fiscales de entidades que no están clasificadas como grupo 1 (…)”, disposición que hemos censurado, por la falta de conocimiento de los argumentos que dieron lugar a ella.
No compartimos un derecho tributario que desconfía totalmente del contribuyente, por lo cual exige la repetida intervención del revisor fiscal, para que este resulte responsable de los datos enviados a la autoridad tributaria, la cual se abstiene de hacer comprobaciones.