Desde la perspectiva del riesgo, el derecho económico enseña que siempre que se establece un sector privilegiado las personas construyen formas de deslizarse hacia él. En consecuencia, puede afirmarse que en el SIMPLE habrán personas que modificaron sus formas para poder acogerse al modelo ventajoso.
Los contadores no son notarios de las operaciones empresariales. La Dian, con el mal uso que hace de los contadores públicos, los desfigura. El costo de estas absurdas prácticas lo absorben las entidades y los profesionales, tanto por lo que se hace como por lo que se deja de hacer.
Durante años el IAASB ha sostenido que las normas de aseguramiento y, específicamente, las de auditoría de información financiera histórica pueden aplicarse tanto a entidades grandes como a pequeñas. No obstante, aún existen contadores que opinan lo contrario, obligando al consejo a reflexionar.
Interesados en la información financiera exigen conductas que no corresponden con el modo de proceder de los contadores públicos. Este riesgo está presente en casi todos los trabajos. Controlarlo consiste en esforzarse por hacer un examen con el mayor cuidado, siempre con una actitud escéptica.
Es fácil hablar de un salario justo, proporcional a la cantidad y calidad de trabajo, pero concretarlo es difícil. La desigualdad es alta en Colombia, lo cual, no está en el radar de las autoridades tributarias, pues no saben cuál es la capacidad adquisitiva real de los contribuyentes.
Nuestra realidad es que la mayoría de nuestras sociedades o firmas de contadores son especializadas en asuntos contables y tributarios. No se practica en ellas ningún enfoque multidisciplinario. En cambio, hay muy pocos profesionales y muchos técnicos, algunos sin formación académica.