La verdad me inventé este título a raíz de una amena conversación con mi muy querido primer jefe y amigo, el Dr. Virgilio Galvis Ramírez, en la Clínica del Dolor de la Foscal durante el proceso de tratamiento por lesión en mi columna vertebral. No tiene nada que ver esta introducción ni con el título como lo dije, ni con el contenido, sino que en nuestra tertulia llegamos al tema de lo peligrosas que resultan las personas extremadamente moralistas y que recientemente el profesor Moisés Wasserman, exrector de la Universidad Nacional abordó en su columna en El Tiempo bajo el título El temor a la gente demasiado buena.
Dice el profesor Wasserman que la palabra en inglés self-righteousness que algunos traducen como fariseísmo, en realidad “es el sentimiento de superioridad moral derivado de la convicción de que las propias creencias o afiliaciones son más virtuosas que las de los demás. No es un fenómeno nuevo, pero va en aumento y es peligroso porque ese sentimiento de superioridad moral está en la psicología de los individuos que han producido los peores males. Porque los muy malos, los malos que han tenido efectos catastróficos, han actuado pensando que son extremadamente buenos, que sus fines son altamente morales y que en su nombre se puede hacer cualquier cosa”.
Pero aplicando esta interesante temática al área de impuestos, revisé los artículos y declaraciones recientes sobre los famosos Panama Papers de algunos personajes que no vale la pena mencionar y los encuentro realmente como unos verdaderos taxes men self-righteousness u hombres moralistas en el tema de impuestos. Ahora mismo hay una norma vigente que permite normalizar los capitales que por diferentes razones no se declararon en Colombia, que algunos olvidaron rápidamente como el tema de la seguridad nacional en una época donde era imposible mantenerlos en el país.
Cuando un self-righteousness muestra los dientes no se sabe realmente qué quiere ocultar. Pero revisando algunos antecedentes ideológicos de estos nuevos moralistas tributarios, veo con preocupación que los dineros ocultos de los grupos al margen de la ley de actividades ilícitas como el terrorismo, el narcotráfico, el secuestro, jamás se mencionan en los escritos de los impuestos cobrados ilegalmente a los colombianos en otras épocas. Algunos tributos como el IVA tienen comportamientos recientes de recaudo bastantes irregulares que nos muestran señales de defraudaciones de cuello blanco.
Las estadísticas de capitales en el exterior por cuenta de transacciones que bajo diferentes modalidades permitieron realizar movimientos de mercancías, acciones, propiedades, tienen reserva en los despachos profesionales por razones obvias, pero con absoluta seguridad tienen protección y validez jurídica. Luego las cortinas de humo para distraer la atención de capitales en paraísos fiscales, donde hay tanto de los buenos como de los malos, resulta una auditoría compleja y con posibles sesgos.
Cordialmente,
Gabriel Vásquez Tristancho