Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

Un huevito muy costoso – Horacio Ayala Vera


El discurso de los candidatos evoluciona a medida que se acerca la hora de la verdad; es así como Juan Manuel Santos ha cambiado el no rotundo a una reforma tributaria por un no al incremento de las tarifas de impuestos. Antanas Mockus se ha sostenido en la necesidad de obtener nuevos recursos tributarios, pero sin la sutileza del candidato que se cuida de las frases que puedan espantar a sus electores (o a sus patrocinadores). Santos, quien es economista y más ducho en estas lides, sabe que la situación de las finanzas no está como para prometer fidelidad eterna y sin reservas al huevito de los beneficios tributarios, que es el eje del plan de confianza inversionista.

Y es que no se trata de un huevito cualquiera. Según datos de la DIAN, en el año 2003 los sacrificios en el impuesto de renta le costaron al país 1,5 billones de pesos, pero con la deducción por compra de activos se incrementaron gradualmente de $3,2 billones en 2004 hasta $7,5 billones en 2008, acumulando la friolera de $26 billones en el quinquenio -de los cuales más de $10 billones corresponden al nuevo beneficio- sin contar los ingresos no constitutivos de renta, cuyo efecto también es enorme. Además, como las gabelas tributarias han sido otorgadas a los diferentes sectores en proporción inversa a la ocupación de mano de obra, es evidente que el huevito tributario de la confianza inversionista ha resultado huero, y que frente al elevado déficit fiscal y a las necesidades apremiantes de recursos se hace necesario calentar otro. Al respecto es oportuno citar dos consejos de la expresidenta Bachellet: no basta con crecimiento económico cuando hay grandes desigualdades, y los mandatarios no deben enamorarse ciegamente de sus obras.

Una de las manidas promesas durante las campañas electorales consiste en reducir la evasión para no incrementar los impuestos, a pesar de que todos sabemos que no pasa de ser eso, una promesa de candidato, mucho menos creíble en Colombia, donde la escabrosa legislación vigente hace imposible combatir la evasión. Cada artículo de exenciones o excepciones trae consigo coyunturas de evasión y de elusión, y nuestro estatuto tributario está plagado de ellas y de normas confusas, equivocadas, imprecisas, injustas excepcionales o incoherentes. Además, esta maraña de leyes, reglamentaciones e interpretaciones, complica y neutraliza la ya difícil acción de la administración tributaria. -A propósito, nada se ha dicho en los debates sobre la necesidad de tecnificar la Administración Pública, no sólo la tributaria, manteniéndola alejada de la rebatiña burocrática. Tal parece que el término meritocracia está tan desprestigiado, que ningún candidato se atreve a usarlo-.

Pero, volviendo a nuestro tema, no será fácil para el próximo presidente cuidarle al actual gobierno el huevito de la confianza inversionista, porque gracias a una generosa alimentación a base de medidas excepcionales ha crecido y se ha convertido en huevo y al paso que va será un huevote, con el riesgo de que empolle un ave de rapiña, cuyo tamaño y apetito son impredecibles. El huevito consentido del Presidente Uribe no es precisamente de codorniz.

Horacio Ayala Vera
E-mail: horacio.ayala@etb.net.co

Descubre más recursos registrándote o logueándote. Iniciar sesión Registro gratuito