La inversión en criptomonedas está ganando importancia, especialmente entre los jóvenes.
A la población joven le resulta natural utilizar tecnologías y herramientas innovadoras.
Es necesario estar atentos porque a la vez que evolucionan las criptomonedas, avanzan también las estafas.
En la actualidad, el mundo financiero está pasando por un cambio de paradigma inversionista, especialmente en aquellas economías denominadas “emergentes”. Las criptomonedas continúan tomando fuerza.
En América Latina se observa un patrón inversionista ligado al dólar norteamericano, así como a valores cotizados en las principales plazas financieras mundiales, como la Unión Europea y Estados Unidos.
Marc Rufé, profesor de EAE Business School, cree que la inversión en criptomonedas está ganando importancia inversionista, especialmente entre los jóvenes. Sin embargo, recuerda que 2021 fue un año crítico para este producto financiero debido a las consecuencias económicas de la crisis del COVID-19.
Aunque las operaciones se multiplicaron en toda la región, fueron esenciales en aquellas economías con tipos de cambio y monedas muy devaluadas, como Argentina, Chile y Venezuela. Además, recuerda que El Salvador adoptó una posición más abierta al establecer el bitcoin como moneda de curso legal en el país:
A medida que las criptodivisas avanzan y se expanden en la región, su público y uso ha ido cambiando. Si en un principio este producto estaba asociado a los sectores de mayores ingresos y perfiles jóvenes, así como altamente tecnológicos, hoy los inversores de estratos bajos y medios representan el 68 % del total, frente a los niveles socioeconómicos más altos, que representan el 32 % restante.
Rufé considera que los consumidores están cambiando su percepción alrededor de los criptoactivos. Inicialmente se utilizaban como un instrumento para atesorar dinero o especular, mientras que las remesas son cada vez más populares para protegerse de la inflación y la devaluación de las monedas nacionales; también para reducir el costo de las transacciones internacionales.
Esto se refleja en el hecho de que el 10 % de las pymes de la región ya aceptan las monedas digitales como método de pago, y el 15 % se encuentran actualmente en el proceso final de adaptación y adopción de estas.
Muchas personas hoy por hoy compran monedas virtuales como inversión financiera, en lugar de usarlas para transacciones. Según el portal Technocio:
Ubicar el bitcoin como un activo corporativo de corto plazo, donde los mismos administradores pueden administrar las inversiones de manera efectiva, rápida y sencilla, es extremadamente atractivo. Si se utiliza correctamente, será rentable a mediano y largo plazo.
Por ejemplo, el procesador de pagos PayPal anunció que permitiría a sus clientes comprar, vender y mantener criptomonedas, y la demanda de ese servicio ha sido más significativa de lo que esperaba la empresa.
Eduard García Rosicart, profesor de la escuela y CEO de Metaverse-News, afirma que a la vez que evolucionan las criptomonedas, avanzan también las estafas. Algunas de las más habituales son los llamados scams, esquemas fraudulentos para lograr que se invierta en criptomonedas que no existen o no tienen valor real.
Estos esquemas pueden tomar varias formas, por ejemplo, simulando sitios web falsos que se hacen pasar por legítimos. Estos sitios suelen pedir a los usuarios que depositen fondos en una dirección específica para comprar una criptomoneda. Una vez que los usuarios depositan fondos, el sitio web desaparece y los fondos depositados se pierden.
Otra forma de estafar es a través de las estafas Ponzi, donde una empresa o individuo promete un alto rendimiento a corto plazo. Sin embargo, en lugar de invertir los fondos en un negocio legítimo, el estafador utiliza los fondos de los nuevos inversores para pagar las ganancias de los inversores anteriores. Estos esquemas suelen caer tarde o temprano, dejando a muchos inversores sin su dinero.
Sin embargo, el mayor riesgo de la criptomoneda es la falta de respaldo de organismos oficiales. Hay países donde todavía estas no han sido reguladas y están prohibidas. Las personas seguirán explorando sus diversos usos, mientras que los gobiernos se la juegan en su regulación.