Álvaro Fonseca afirma que hablar de riesgo es hablar de la probabilidad de que una amenaza se materialice.
La gestión del riesgo no solo previene desastres, también nos ayuda a practicar el desarrollo sostenible.
Controlar un riesgo consiste en reducir su peso tanto cuantitativo como cualitativo.
Álvaro Fonseca Vivas, contador público especializado en Administración Financiera, magister en Docencia y doctor en Investigación y Docencia, comenta que todos los días vivimos en medio del riesgo a nivel personal y profesional. «Siempre el riesgo está activo en diversos aspectos de la vida».
Para este investigador universitario con una experiencia de 37 años en las áreas contable, financiera, de auditoría integral y forense, de revisoría fiscal y Estándares Internacionales, los contadores públicos somos el centro de la organización de la información, por lo que tenemos que estar atentos a los riesgos organizacionales que se presenten.
Los proyectos fracasan porque no medimos sus riesgos. Hablar de riesgo es hablar de la probabilidad de que una amenaza se materialice. Es la contingencia de pérdida de un recurso humano, natural o económico derivada de condiciones adversas o imprescindibles.
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Fonseca Vivas recuerda que hay diferencias entre riesgo e incertidumbre: no son lo mismo. Dice que hablar de riesgo es hablar de la probabilidad de que una amenaza se materialice. Es la contingencia de pérdida de un recurso humano, natural o económico derivada de condiciones adversas o imprescindibles.
De igual forma, es la previsión de la ocurrencia de un suceso, bien sea para beneficio o pérdida. Es toda situación o evento que afecta o puede afectar el logro de los objetivos institucionales.
Por su parte, la incertidumbre es el grado de desconocimiento de una condición futura.
Al hacer referencia sobre la gestión del riesgo, explica que no solo nos permite prevenir desastres, también nos ayuda a practicar lo que se conoce como desarrollo sostenible. En este punto hace referencia al riesgo aceptable:
Es una decisión sobre el nivel de pérdidas esperables, que se asume con el resultado de aceptar que ocurran fenómenos naturales o tecnológicos, los cuales incidirán sobre las vidas y bienes expuestos.
En su conferencia describe que existen riesgos técnicos u operativos, organizacionales, de suscripción, estratégicos, de auditoría, de portafolio, de cartera o crédito, de detección, de control, asegurables, reputacionales, comerciales, no asegurables, entre otros.
Para saber cómo actuar ante un riesgo es necesario identificarlo, cuantificarlo y cualificarlo antes de verificarlo:
Consiste en reducir su peso tanto cuantitativo como cualitativo, así como financiar las consecuencias y suprimirlo en caso de que sea inaceptable.
Es el producto de la frecuencia por la gravedad, esto le permite clasificar y dar valor a los riesgos; la gravedad debe integrar lo cualitativo con lo cuantitativo.
La administración del riesgo comprende el conjunto de elementos de control y sus interrelaciones para que la institución evalúe e intervenga aquellos eventos, tanto internos como externos, que puedan afectar de manera positiva o negativa en logro de sus objetivos organizacionales.
La administración del riesgo contribuye a que la entidad consolide sus sistemas integrales de control interno y a que se genere una cultura de autocontrol y autoevaluación al interior de la misma.«Optimice el cumplimiento de las normas contra el soborno y la corrupción conectando directamente políticas, controles y programas de supervisión», sugiere Fonseca Vivas.