Los fraudes corporativos se dispararon con la pandemia, por lo que la auditoría forense cobró fuerza para mitigar los riesgos.
Luis Enrique Sánchez afirma que, aunque hoy hay más profesionales capacitados para realizar auditorías forenses, las empresas tienen miedo de contratar estos servicios.
Los casos de corrupción y fraudes corporativos se han convertido en uno de los mayores desafíos para las empresas en Latinoamérica y el Caribe, por lo que la figura de la auditoría forense ha venido tomando relevancia al interior de las empresas.
Según un estudio realizado por la firma BDO, 81 % de los encuestados desconoce el impacto que tiene el fraude corporativo en las firmas donde trabajan. Además, el 36 % considera que las organizaciones en las que laboran están preparadas para prevenir, detectar y responder al fraude. Al respecto, Luis Enrique Sánchez, socio líder de Risk Advisory Services de BDO en Colombia, afirma los siguiente:
El fraude corporativo afecta directamente a los inversores, al sistema financiero, a los aliados y a los proveedores, por lo que es necesario contar con una auditoría forense capaz de llevar a cabo procedimientos que permitan analizar y detectar este tipo de situaciones en los procesos o transacciones de la organización.
Para él, la pandemia fue un detonante que aumentó los riesgos de fraude al trastocar los modelos de operación establecidos. Desde entonces, la auditoría forense ha cobrado fuerza para ayudar a mitigar riesgos y se ha vuelto vital para las organizaciones, especialmente para las pymes, debido a la cambiante realidad en el cuidado de la seguridad corporativa.
En cuanto a los fraudes que se pueden identificar y prevenir mediante este tipo de auditoría, es importante tener en cuenta el abuso de confianza, la extralimitación de funciones y otros hechos que, aunque en un principio parecen de poca importancia, pueden desencadenar en grandes defraudaciones debido a la impunidad o a la falta de detección y reacción oportuna.
Sánchez también resalta las debilidades en los marcos de trabajo, donde faltan elementos para emprender acciones legales contra los defraudadores:
Resulta fundamental establecer rutinas de evaluación tanto de auditoría interna como forense para evaluar objetivamente los procesos, identificar brechas y fortalecer las medidas de seguridad.
Durante el último año las empresas que investigaron fraude descubrieron un total de 46 casos aproximadamente. Los fraudes relacionados con ciberseguridad encabezan la lista de tipos de fraude corporativo, mientras que un 58 % de los casos identificados se relacionan con corrupción y fraude en compras, superando en número a los casos de malversación de activos.
En nuestro país persisten algunos mitos alrededor de la auditoría forense. Sánchez señala:
Aunque cada vez hay más profesionales capacitados para realizar este tipo de auditorías, las empresas todavía tienen miedo de contratar estos servicios.
Además, a nivel regional, existe una falta de oportunidad para determinar la necesidad de una auditoría forense, lo que reduce la probabilidad de éxito de las investigaciones.
Como país, es necesario trabajar en el desarrollo de una cultura de intolerancia frente a los actos fraudulentos y enfrentar con determinación a los defraudadores.
Frente a las medidas realizadas luego de encontrar casos fraudulentos, los cambios en los procesos de negocio y los despidos de personal se destacan en un 93 % y un 51 %, respectivamente.
Sánchez aconseja realizar inspecciones periódicas para entender y analizar las vulnerabilidades que cada compañía enfrenta, y así trabajar en el fortalecimiento de los procesos y de las organizaciones:
La prevención es la mejor herramienta para disuadir los fraudes, así como contar con esquemas definidos de prevención, detección y reacción frente al fraude. Finalmente, es necesario activar los canales de denuncia.