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El Dane registró un 24,6 % de ninis (jóvenes que ni trabajan ni estudian) para el trimestre abril-junio de 2022.
Con la pandemia, la brecha de género para este grupo poblacional se agudizó.
Capacitar a los jóvenes en habilidades blandas es una prioridad para este grupo poblacional.
Ni estudian ni trabajan, esa es la definición de los ninis. Angie Upegui, docente e investigadora de la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia, y Carol Martínez, economista e investigadora de la misma universidad, describen en Los “Ninis”: desempleo y brecha de género la realidad de este grupo poblacional.
Para ellas, la educación es una herramienta importante para cerrar la brecha socioeconómica que hay en Colombia. Sin embargo, su acceso sigue siendo muy limitado.
De acuerdo con el informe Jóvenes con potencial 2022, elaborado por la Fundación Corona, Global Opportunity Youth Network-Goyn Bogotá, ProBogotá, Fundación Andi y la Cámara de Comercio de Bogotá, entre otras entidades, en Bogotá 46 de cada 100 estudiantes que se gradúan de la educación media podrán acceder a la educación superior, y 23 podrán graduarse en 2021.
Según el Ministerio de Educación, en 2018 la tasa de cobertura neta de la educación media y superior fue de 36 % y 8 %, respectivamente, en áreas rurales. A esto se suman los rezagos causados por la pandemia. El Banco Mundial estima la pérdida de un año de educación promedio a causa del confinamiento y cierre masivos de colegios en el mundo.
A lo anterior se le suma que la población entre los 15 y 28 años se enfrenta a un mercado laboral con casi el 50 % de informalidad y una tasa de desempleo de alrededor del 11 % para julio de 2022.
En medio de este desalentador panorama se encuentran los llamados ninis: jóvenes que ni trabajan ni estudian. El Dane registró un 24,6 % de ninis para el trimestre abril-junio de 2022.
Describen las investigadoras:
Las mujeres se ven más afectadas por este fenómeno donde la brecha de género supera los ocho puntos porcentuales. Si bien este no es un fenómeno nacional, Colombia presenta una de las cifras más altas entre los países miembros de la OCDE, en el que ocupa la segunda posición después de Sudáfrica.
Aunque el promedio nacional es del 29,8 %, esta cifra crece entre las mujeres (40,6 % respecto a un 19 % entre los hombres). Una diferencia del 53,2 %. Entre los países de la OCDE, la brecha de género se ubicó en 27,8 %.
Con la pandemia, la brecha de género para este grupo poblacional se agudizó. Entre 2013 y 2019 la brecha era del 40 % y superó el 50 % en los siguientes años.
Estas cifras permiten concluir que la pandemia afectó en mayor medida a las mujeres. Este hecho, sumado a la sobrecarga que enfrenta la mujer en actividades no remuneradas, muestra la necesidad de crear políticas encaminadas a disminuir estas brechas.
Con el objetivo de disminuir el número de ninis, desde el gobierno central y las alcaldías se han impulsado distintos programas. Por ejemplo, el programa RETO, ejecutado por la alcaldía de Bogotá para vincular a jóvenes vulnerables en proyectos educativos, laborales y de aprovechamiento del tiempo.
También está el programa Jóvenes a la U, que propone aumentar el acceso a la educación superior de jóvenes bachilleres de hasta 28 años, y para el resto del país está el programa Bonos de Impacto Social ejecutado en 2016, con el propósito de fomentar la participación de poblaciones vulnerables en el empleo formal.
Pensado en ejecutar nuevos programas, un tema que destacan las economistas es la pérdida de habilidades blandas y el cambio en metodologías de aprendizaje como consecuencia de la pandemia.
En este sentido, capacitar a los jóvenes en este tipo de habilidades se convierte en una prioridad. Si bien el acceso a la educación y al mercado laboral son importantes, la permanencia en ellos constituye un reto adicional.
Al no trabajar ni estudiar, los ninis se convierten en una población vulnerable en términos de independencia económica. En este sentido, la decisión de abandonar sus hogares puede postergarse drásticamente, limitando así su desarrollo tanto personal como profesional. Así mismo, la ausencia de estudios y experiencia laboral repercute de manera directa sobre las expectativas salariales.
En lo relacionado con la brecha de género, aunque es importante la ejecución de políticas encaminadas a la inserción de las mujeres en actividades productivas, es de igual importancia reconocer, redistribuir y reducir las cargas del cuidado y tareas del hogar para fomentar su participación y permanencia en actividades productivas.
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