Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.
La próxima reforma tributaria debe analizar la progresividad en el impuesto de renta de las empresas.
En Colombia, las empresas pequeñas pagan tasas iguales a las de grandes conglomerados.
Es hora de revisar todos los beneficios tributarios, como se hace en países con sistemas tributarios progresivos.
Jairo Orlando Villabona, profesor asociado, investigador del Departamento de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional, afirma que en Colombia son pocas las personas naturales que tributan porcentualmente, en comparación con los países de la OCDE, lo cual se debe a que tenemos un ingreso per capita muy bajo.
Esa no es la solución. Primero, Colombia es un país que tiene un ingreso per cápita relativamente bajo, además de una alta concentración del ingreso y la riqueza. Eso implica que pocas personas naturales tengan la capacidad de pagar el impuesto de renta.
No se saca nada con aumentar la base a personas que ganen $2.000.000 y $3.000.000, el aumento en recaudo va a ser muy bajo, o quizás habrá que devolverles. De otra parte, el trabajo administrativo se multiplicará. Quizás es mayor el costo que el recaudo adicional.
En realidad, son pocas las personas naturales que tributan porcentualmente, frente a los países de la OCDE, donde nosotros pertenecemos, en razón a que tenemos un ingreso per capita muy bajo.
La mayoría de las empresas en Colombia son micro y pequeñas. Se afirma que el año anterior desaparecieron cerca de 600.000, lo que ocurre, entre otras razones, porque no hay progresividad en el impuesto de renta de las empresas; paga una tasa igual una pequeña que un gran conglomerado.
Se creó el régimen simple de tributación, pero curiosamente solo favorece a cerca del 6 % de estas empresas, la tasa sobre el ingreso es exagerada en muchos casos, resulta peor el remedio que la enfermedad.
Las empresas no deberían preocuparse mucho de esto, deberían más bien agruparse porque baje la tasa nominal del impuesto de renta de ellas, lo cual es altamente probable y puede generar mayor recaudo, siempre y cuando se eliminen esa gran cantidad de beneficios tributarios otorgados por el lobby, por la financiación de campañas políticas o por otro tipo de favores.
Es hora de revisar todos los beneficios tributarios, como se hace en los países que tienen sistemas tributarios progresivos. En los demás países, cuando se va a otorgar un beneficio tributario, bien sea ingreso no constitutivo de renta, rentas exentas, descuentos tributarios o algunas deducciones fiscales, se realiza una evaluación costo (valor dejado de recaudar) beneficio (social). En Colombia eso no ha existido.
Hay dos propuestas. Una, un impuesto especial para los más ricos, y otra, una tasa mínima global. El impuesto para los más ricos está muy bien, personas que tienen billones, que nunca se los van a gastar y que se han enriquecido a costa de sus conciudadanos deben colaborar más con la sociedad, igual no se van a volver pobres.
También está la tarifa mínima global establecida por la OCDE, que se definió en principio en un 15 %, la cual es muy baja. Biden propuso el 20 %, que es más adecuado. Eso también busca combatir los paraísos fiscales, obligarlos a que tengan una tarifa mínima y no generen competencia desleal.
Es muy simple, el solo hecho de aplicar lo que se hace en la mayoría de los países de la OCDE que son capitalistas nos garantizaría casi duplicar el recaudo.
Algunos aspectos para considerar son: cárcel sin consideraciones para los evasores, nada de casa por cárcel ni batallones militares para que los cuiden; eliminación de la mayoría de los beneficios tributarios; que los salarios no paguen una tasa más alta que los dividendos.
De igual forma, que las tasas de las rentas más altas se coloquen al nivel de los países de la OCDE, es decir, tasas al menos del 45 %, muy inferior con respecto a la mayoría de ellos.
Que se modernice la Dian, que se haga la actualización catastral, que el impuesto al patrimonio sea permanente, eliminar las rentas cedulares y que solo exista una tabla.
Que se obligue a decretar dividendos en al menos el 70 % de las utilidades, aunque se capitalicen de nuevo; prohibir operaciones con paraísos fiscales que no suministren información automática, incluido Panamá. Finalmente, establecer la educación fiscal desde la niñez.
Estamos en pañales. Tenemos cerca de una quinta parte proporcional de los empleados que tienen las administraciones de los países OCDE, muy poco personal en fiscalización, y no se cuenta con un centro de formación asimilable a una universidad interna, la capacitación es inmaterial.
En Francia los funcionarios se preparan casi tres años en su propio centro en varias etapas de tiempo, está politizada, los directores regresan cuando se retiran a asesorar bufetes de terceros o los propios que enseñan a invertir en paraísos fiscales.
El sistema se cae permanentemente, las bases de datos no están integradas con los entes territoriales, la fiscalización en general no es especializada por tipos de negocio.
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