Miguel Ángel García pone la lupa en la gran cantidad y complejidad de los reportes Dian y cómo esto afecta la vida profesional y personal del contador público.
Afirma que la profesión de contador público es de valientes y de alto riesgo. También aconseja no dejar todo para último momento.
Miguel Ángel García López, presidente de la Asociación Centro de Estudios Grupo de Los 100, agremiación de contadores públicos, se pregunta qué hace la Dian con la gran cantidad de reportes y datos que le enviamos:
Es cierto que la Dian, de la mano de la reforma tributaria 2022, ha disminuido las sanciones donde los contadores públicos eran los señalados, porque antes nos la tenían al rojo».
Este contador público, especialista en Impuestos y Análisis Financiero, así como en Internacionalización de la Economía, destaca que, como contribuyentes, nuestro deber es tributar:
Todos los ciudadanos tenemos el deber constitucional de contribuir al financiamiento de los gastos e inversiones del Estado dentro de los conceptos de justicia y equidad.
García piensa que el pago de tributos constituye un deber ciudadano indispensable para una redistribución del ingreso y para alcanzar los propósitos de una sociedad justa y equitativa.
El sistema tributario se funda en los principios de equidad, eficiencia y progresividad. García López se pregunta si dichos principios están presentes en los tributos que está administrando la Dian.
Cuando las normas no están precedidas de principios, no guardan la debida armonía o no cumplen con los requisitos de un verdadero sistema, se les califica como un simple régimen tributario.
Puntualiza que el contador público es el receptor final de todas las normas y «caprichos de la Dian», y al final, es el señalado como responsable. «Muchos de estos profesionales se han visto afectados a nivel laboral y con su propia salud», dice.
Parece que los empresarios creen que el contador público es el profesional que todo lo sabe. Este está sujeto a un gran volumen de información y es complicado que lo digiera todo y solucione los problemas de los demás.
Sobre la gran cantidad de información que solicita la Dian, pone como ejemplo el formulario 2516 para el reporte de la conciliación fiscal, el cual se ve como una inocente carátula de 47 renglones, pero resulta que es un monstruo al elaborarlo:
Al ingresar al renglón del patrimonio, nos encontramos con 259 renglones más. ¿Qué hace la Dian con toda esta cantidad de renglones? Cuando nos vamos a la parte de la renta líquida nos encontramos con 592 renglones. Claro, no tengo que llenar todos los renglones, pero es necesario leerlos para saber cuáles se tienen que llenar y cuáles no.
Por todo lo anterior, la reflexión es que si un contador está a cargo de 5 empresas, debe completar estos documentos para tres de ellas, lo que representa una tarea muy compleja y densa:
Me parece algo infernal. Además, leer las instrucciones que entrega la Dian para su diligenciamiento es complicado.
Continuando con la descripción del formulario 2516, al ver la sección de activos y pasivos por impuestos diferidos nos encontramos con 95 renglones. Este es un tema nuevo para los contadores.
El formulario 2516 también presenta renglones para ingresos por facturación, activos fijos, resumen y formulario 110.
En resumen, al contador público corresponde preparar un borrador y preparar el 2516 para compararlos. Este formulario crea angustia y estrés para el profesional contable.
Dice que, desde el Grupo de Los 100 se le envió un comunicado al director de la Dian, Luis Carlos Reyes, para simplificar todos estos formularios.
Lo ideal es que un contador público asesore a sus clientes y no invierta tanto tiempo diligenciando formatos y renglones. Existe también duplicidad de información entre varios de los documentos que solicita la Dian, lo que hace que el contador pierda tiempo.
La profesión de contador público es de valientes y de alto riesgo. El consejo es no dejar todo para último momento. Hay que empaparse bien de la normativa, conocer los formularios, no dejarlos para la víspera y plantear preguntas para despejar dudas.