Existen tres criterios para clasificar los activos según las Normas Internacionales de Información Financiera. Los modelos de medición de activos buscan establecer los valores en libros para cada elemento de los estados financieros.
Cuando una entidad adquiere un activo se debe clasificar en alguna de las categorías establecidas por las Normas de Información Financiera, para presentarlo en los estados financieros y así proporcione información para la toma de decisiones por parte de los usuarios.
Los modelos de medición de activos buscan establecer los valores en libros para cada elemento de los estados financieros, de tal manera que dichos informes representen, de la manera más precisa posible, la realidad financiera de la entidad. Debido a lo anterior, la entidad medirá al costo los activos que mantenga para beneficiarse de estos por el uso, más que de su venta.
Para la medición al costo, la entidad debe elaborar dos procesos de estimación al inicio de la vida útil del activo: la vida útil y el valor residual. La estimación de vida útil depende de las expectativas de uso que la administración tenga frente al activo. Las Normas de Información Financiera definen la vida útil como el tiempo por el cual la entidad espera obtener los beneficios derivados del activo; algunos aspectos a tener en cuenta en la determinación de esta son:
Una vez definida la vida útil, la entidad estima el valor residual, proyectando el comportamiento del mercado donde se podría vender el activo una vez ha llegado al final de su vida útil. Dado que estas dos variables son estimaciones, es común que con el paso del tiempo el activo se comporte diferente a lo que se había pensado. Debido a lo anterior, la entidad debe evaluar estas estimaciones y, si es del caso, hacer las modificaciones pertinentes.
Al final de cada período la entidad debe evaluar si la vida útil remanente o el valor residual de sus activos han variado, y reconocerá estas variaciones con efecto prospectivo. Es decir, con impacto en los estados financieros de períodos posteriores.Si un activo llega a superar la vida útil estimada inicialmente y, por lo tanto, su valor se disminuye a mínimas proporciones, o a cero, la entidad no está obligada a volverle a asignar un valor en los estados financieros; bastará con incluir una revelación en la cual se dé a conocer este hecho y una estimación de su posible valor razonable, si lo hubiera.
Si la entidad está preparando su estado de situación financiera puede obviar el reconocimiento de activos totalmente depreciados si considera que su valor no impacta, de manera significativa, los estados financieros objeto de reporte.