En la mayoría de las empresas las condiciones de trabajo las imponen los empleadores, de manera unilateral.
Patronos tienen toda la capacidad de imponerle a sus trabajadores los términos que quieran, con el fin de preservar sus intereses.
Desde que la crisis económica provocada por el COVID-19 comenzó a tocar a las empresas colombianas, el Gobierno nacional hizo un llamado para que tanto empleados como empleadores llegaran a acuerdos para mitigar y moderar los devastadores efectos de la crisis. En esta ecuación también entran las organizaciones sindicales de las empresas.
Para que se dé el patrocinado dialogo social, desde el punto de vista de la Organización Internacional del Trabajo –OIT– se deben presentar una serie de condiciones:
La realidad es analizada por la Agencia de Información Laboral de la Escuela Nacional Sindical –ENS–. Primero, la tasa de sindicalización en el país es de las más bajas del planeta: 4,6 %.
«En nada se compara con las tasas de sindicalización de la mayoría de los países de la OCDE, que superan el 40 %. Estamos pues muy lejos de las tasas de sindicalización de los países europeos, y de países como Uruguay, Brasil o Argentina», indica la entidad.
La baja tasa de sindicalización, para la Escuela Nacional Sindical, es el resultado de una arraigada cultura antisindical en la mayoría de los empleadores y de las élites gobernantes, celosos en defender el derecho de asociación para sí mismos, pero que se oponen ferozmente para impedir que los trabajadores ejerzan este derecho.
El poco sindicalismo que hay en Colombia aparece en el Estado, grandes empresas mineras, en el sector financiero, y en las grandes empresas del sector de los servicios públicos domiciliarios.
«Lo que quiere decir, que, en la mayoría de las empresas las condiciones de trabajo y empleo las imponen de manera unilateral los empleadores», indica la entidad.
La posición de la ENS es:
La entidad puntualiza que, por todo lo anteriormente expuesto, todas las iniciativas que los empleadores están tomando hoy para “acordar” con los trabajadores, como recortes en la plantilla laboral, en los salarios, modificaciones en la jornada laboral, el pago del trabajo nocturno, festivo y dominical; las primas y demás obligaciones legales, en ausencia de sindicatos fuertes no son más que una farsa.
«Los patronos van a tener toda la capacidad de imponerle a sus trabajadores las condiciones que quieran, con el fin de preservar sus intereses», asegura.