Pablo Cordón afirma que las empresas deben mejorar sus controles, abrir canales de comunicación con sus colaboradores y motivarlos a reportar faltas.
El principal temor que tienen los empleados cuando reportan fraudes es la posibilidad de una represalia a causa de hacer la denuncia.
Pablo Cordón afirma que las empresas deben mejorar sus controles, abrir canales de comunicación con sus colaboradores y motivarlos a reportar faltas.
El principal temor que tienen los empleados cuando reportan fraudes es la posibilidad de una represalia a causa de hacer la denuncia.
Pablo Cordón Barrientos, director de plataformas GRC en Ethikos afirma que los mecanismos de denuncia están posicionados como la herramienta más efectiva a nivel global para la detección del fraude.
Hablar del aumento de fraude sin dar un contexto es difícil. Sin embargo, un reporte de 2020, realizado por Ethics & Compliance Initiative –ECI–, explica que el aumento del fraude y la tendencia a romper las reglas se incrementa con la presión que sufren las empresas en su entorno.
La pandemia ejerció una fuerte presión sobre las personas y empresas, lo que a su vez generó un incremento en el fraude y la corrupción.
Por ello, es importante que las empresas mejoren sus controles, abran suficientes canales de comunicación con sus colaboradores y los motiven a reportar las faltas de las que sean testigos a través de la línea ética.
Pareciera que sí. La presión que ha habido sobre las empresas en cuanto a mantenerse a flote durante la pandemia ha hecho que sean más laxos en la aplicación de sus controles. Esto, a su vez, ha elevado los riesgos de fraude y corrupción al interior de las empresas.
Decir que siempre son los auditores y revisores fiscales sería algo injusto. Los actores en un esquema de fraude pueden variar dependiendo del tipo de situación.
Por ejemplo, en casos de corrupción de alto nivel, usualmente los involucrados son los gerentes o directores ejecutivos de las empresas, en colusión con funcionarios públicos.
Sin embargo, al hablar de fraudes financieros, usualmente relacionados con el fisco, sí resultan ser los auditores y revisores los principales implicados.
Creo que, en general, las empresas en Latinoamérica todavía están en deuda con sus colaboradores cuando hablamos de canales de denuncias.
Aunque es claro que las nuevas regulaciones enfocadas a la responsabilidad penal de las empresas están ejerciendo mayor presión sobre las organizaciones para implementar estos mecanismos, todavía hay muchas organizaciones que deben alinearse a estas disposiciones.
Específicamente en Colombia, la Resolución 100-006261 del 2 de octubre de 2020 habla sobre los criterios que determinan qué empresas deben poner en marcha los programas de ética y transparencia, que incluyen la implementación de los canales de denuncia. No obstante, vale la pena que todas las empresas lo puedan hacer.
El principal y más grande temor para reportar es la posibilidad de una represalia a causa de hacer la denuncia.
También hay miedo a que el reporte no se mantenga en secreto y se revele su identidad, miedo al ridículo o verse como «el sapo», ya que culturalmente se castiga al que habla, en lugar de castigar al que efectúa la mala acción.
Finalmente, otra de las razones es porque «no pasa nada»; se hace la denuncia y nadie la evalúa.
Es muy importante que las empresas implementen sistemas seguros, que protejan la identidad de los denunciantes y que facilite el seguimiento a los reportes.
Sí, hemos visto que cada día lo hacen más. Las empresas están implementando programas de ética y cumplimiento, los cuales incluyen la implementación de mecanismos de denuncia.
Hay dos grandes razones por las que lo hacen. La primera, porque creen y están convencidos que este tipo de estrategias verdaderamente influyen en los resultados de la organización, y se preocupan por el clima y la cultura de valores de la organización.
La segunda, porque tuvieron un golpe fuerte debido a un fraude o un escándalo, que afectó directamente a sus resultados y reputación.
Los mecanismos de denuncia vuelven a posicionarse como la herramienta más efectiva a nivel global para la detección del fraude, con el 43 % de los casos estudiados.
El método que le sigue es la auditoría interna, con el 15 % de efectividad. Esto deja que la efectividad de los mecanismos de denuncia son casi 300 % más efectivos que el sistema que le sigue.