La responsabilidad social y ética que envuelve a la profesión contable requiere de contadores idóneos y competentes para encarar las múltiples situaciones que se presentan en una organización objeto de auditoría.
La responsabilidad social y ética que envuelve a la profesión contable requiere de contadores idóneos y competentes para encarar las múltiples situaciones que se presentan en una organización objeto de auditoría.
Como objeto del presente estudio tenemos la Norma Internacional de Auditoría –NIA– 240, que trata de la responsabilidad del auditor en relación con el fraude en una auditoría de estados financieros, y la explicación de cómo aplicar las NIA 315 y 330 relacionadas con los riesgos de incorreción material debido a fraudes.
La NIA 240 establece que los objetivos en cabeza del auditor son:
De acuerdo a estos objetivos, el auditor debe contar con el conocimiento y la competencia necesaria para encarar las responsabilidades que acarrea el proceso de auditoría a los estados financieros, principalmente en los casos de fraude.
Según la NIA 240 en su apartado 11(a), el fraude se considera un acto intencionado realizado por una o más personas de la dirección, los responsables del gobierno de la entidad, o los empleados o terceros, que conlleve la utilización del engaño con el fin de conseguir una ventaja injusta o ilegal. De tal manera, en su ejercicio el auditor es responsable de obtener una seguridad razonable de que los estados financieros auditados de conformidad con las NIA están libres de incorrecciones materiales debidas a fraude o error, por lo que en primera medida hay que tener una clara distinción de ciertos aspectos que diferencian el fraude del error:
El fraude es un tema recurrente en muchas organizaciones; aspectos como la veracidad de las cifras contables son sumamente cuestionables en las empresas. A continuación se traen algunos ejemplos de circunstancias que dan indicios de la posibilidad de fraude según el Anexo 3 de la NIA 240:
Por lo anterior, el auditor deberá tener en cuenta que si bien es cierto que la capacidad de detectar fraude depende de la experticia de quien lo comete, el grado de jerarquía de las personas involucradas, la frecuencia de la manipulación, entre otros, el escepticismo profesional –EP– juega un papel importante para hallar incorreciones materiales en los estados financieros originadas por el fraude. El mantenimiento del escepticismo profesional, según la NIA 200, reduce los riesgos de pasar por alto circunstancias inusuales que podrían ser el origen o la causa de fraude en una organización.
La obtención de evidencia suficiente y adecuada es el respaldo frente a las afirmaciones sobre posibles fraudes; si se incurre en la ausencia de información por negativas de la dirección de la organización a proporcionar manifestaciones que se le soliciten, se constituye también como una evidencia de auditoría.
CP. Luis Raúl Uribe Medina
U. de San Buenaventura Cali.
Magister en Administración Universidad del Valle
*Exclusivo para actualícese.com