Cuando no eras Contador Público – Carlos Sastoque M.
Un día, posiblemente cuando eras adolescente, se te ocurrió matricularte en una universidad para estudiar Contaduría Pública, convencido/a de que al cabo de 5 o 6 años serías un/a profesional exitoso/a y feliz y podrías –gracias a ello– disfrutar de muchas comodidades y lujos que nunca antes habías tenido.
Fecha de publicación:
24 de febrero de 2016
Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.
Dedicado especialmente a los contadores públicos que viven en Bogotá
Un día, posiblemente cuando eras adolescente, se te ocurrió matricularte en una universidad para estudiar Contaduría Pública, convencido/a de que al cabo de 5 o 6 años serías un/a profesional exitoso/a y feliz y podrías –gracias a ello– disfrutar de muchas comodidades y lujos que nunca antes habías tenido. Ahora, unos pocos años después de haber obtenido tu tarjeta profesional como Contador Público, añoras lo que eras y tenías. Cuando no eras contador público:
Jugabas fútbol, basquetbol o algún otro deporte todos los fines de semana.
No pasabas viernes o sábado sin que fueras con tus compañeros y amigos a rumbear por la noche.
No faltabas al estadio cada vez que jugaba tu equipo favorito.
Así fuera muy costosa la boleta de entrada, asistías a los conciertos de los cantantes y grupos musicales más famosos.
Ibas con frecuencia al teatro La Candelaria, El Nacional, El Libre y a otros a ver los mejores dramas y comedias.
Eras asiduo cliente de restaurantes y tabernas.
Sabías quiénes eran los deportistas y artistas más conocidos del momento.
Por lo menos cada dos meses disfrutabas de los conciertos de la Orquesta Filarmónica de Bogotá en el auditorio León de Greiff, los sábados a las 4 de la tarde.
No te perdías –aunque fuera por TV– los partidos de la selección Colombia de fútbol, el Giro de Italia, el Tour de Francia y la Vuelta a España.
Compartías mucho tiempo con tu familia y te sentabas a la mesa en su compañía a desayunar, almorzar y cenar.
Sabías cuáles eran los más exquisitos licores y las mejores cervezas y los bebías con felicidad.
La sudadera y los tenis de marca eran infaltables en tu closet y te los ponías todos los domingos para ir al parque Simón Bolívar o para salir con tu familia a la ciclovía.
Leías a García Márquez y a otros escritores exitosos.
Te comprabas los zapatos y vestidos más finos y elegantes.
No tenías la menor idea de lo que significaban palabras como estrés, tensión alta, electrocardiograma y otras similares.
¿No te parece que valdría la pena liberarte de tanto y tanto trabajo durante 15 horas al día –y de domingo a domingo– y volver a esos viejos tiempos? Para comenzar tu reencuentro con la vida y con tu familia y amigos, ¿no sería bueno celebrar este martes 1 de marzo el Día del Contador Público en Colombia? ¿Y después… seguirlo celebrando todas las semanas?