Mejorar las condiciones de vida de los hogares implica necesariamente generar empleo formal y mejorar la asistencia escolar en todo el territorio, ya sea presencial o virtualmente. Hacerlo es un imperativo.
Las cifras de empleo para julio que publicó recientemente el Dane son alentadoras y muestran un cambio de tendencia, en particular para el caso del empleo femenino. Gracias al regreso de los estudiantes a clases presenciales, y a la apertura generalizada de actividades que concentran mayoritariamente el empleo femenino, las mujeres pudieron salir de sus casas y volver a formar parte del mercado laboral. Por cada diez empleos recuperados por los hombres, las mujeres recuperaron once.
Sin embargo, de los 1,8 millones de empleos generados entre julio de 2020 y julio de 2021 en las 13 ciudades principales, 1 millón son formales, en tanto que los ochocientos mil restantes son informales (450.000 mujeres; 350.000 hombres).
Es decir que, pese a los avances, persiste la dificultad de generar empleo formal. Esta es una situación costosa para los hogares en términos de ingresos y seguridad social, que requiere urgentemente de un ajuste estructural.
Ahora bien, en relación con las condiciones socioeconómicas de los hogares, el Dane publicó también, la semana pasada, el índice de pobreza multidimensional –IPM– para el año 2020. Es particularmente importante de este índice, por la actual coyuntura, el indicador de inasistencia escolar que permite conocer el impacto en el aprendizaje de las medidas especiales adoptadas por la pandemia.
Para el cálculo de este indicador, el Dane entrevistó a niños y a niñas entre 6 y 16 años, que normalmente estudian de manera presencial, respecto a la calidad del aprendizaje virtual que estaban recibiendo. Indagó sobre la tenencia de internet en los hogares, esencial para el aprendizaje virtual, y preguntó también a las sedes educativas acerca del tipo de estrategias pedagógicas (radio, televisión, plataformas virtuales, etc.) que estaban utilizando para la enseñanza remota. Con esta información, el Dane efectuó una serie de cruces para obtener finalmente el indicador de inasistencia escolar.
Sobre el indicador de inasistencia escolar, desafortunadamente, las noticias no son buenas. Entre 2019 y 2020, el indicador se deterioró en todo el país en 13,7 puntos porcentuales, al pasar de 2,7 % a 16,4 %. A nivel departamental, la situación es aún más crítica por las brechas existentes entre unos y otros, esencialmente por la falta de conectividad.
Así, mientras en Caldas, Risaralda, Quindío, Valle del Cauca y Bogotá las variaciones en el indicador son inferiores a 10 puntos porcentuales, en Chocó, Amazonas y Vaupés superan los 30 puntos porcentuales.
La información no puede ser más elocuente, y las tareas para el Gobierno son claras. Mejorar las condiciones de vida de los hogares implica necesariamente generar empleo formal y mejorar la asistencia escolar en todo el territorio, ya sea presencial o virtualmente. Hacerlo es un imperativo.
Rosario Córdoba Garcés
Analista