En lo que tiene que ver con el manejo del COVID-19, nuestro país bien puede observar lo ocurrido en otras latitudes para así poder tomar decisiones en materia de políticas públicas, particularmente por la ventana de algunas semanas o meses de diferencia que tuvimos respecto de Asia o Europa.
Las comunidades que habitan en copropiedades y algunas compañías administradoras han encontrado, con la llegada del COVID-19, una oportunidad para reinventar su funcionamiento, reorganizando y modernizando sus métodos, y exponiendo las falencias de las formas convencionales de la gestión de administración.
La compra y el arrendamiento de maquinaria, equipos o vehículos implican costos y beneficios. Los tres insumos a la hora de seleccionar alguna de estas figuras son: el comportamiento del flujo de caja, la vida útil del bien y la intensidad con la cual se incorporará a la actividad productiva de la empresa.
La revisoría fiscal es una forma sui generis del ejercicio profesional de la contaduría pública en Colombia, existente desde 1931. A través de estos 89 años se le han asignado más y más responsabilidades, pero sin dotarla de herramientas, respaldo efectivo del Estado y remuneración adecuada. Es necesario que la analicemos con visión real y futurista, y que prácticamente creemos una nueva revisoría fiscal, que cumpla eficientemente con las expectativas y las nuevas necesidades.
Aunque el trabajo de forma remota ya es una práctica común al interior de muchas empresas, se pueden examinar qué aspectos del home office se pueden mejorar y, ¿por qué no?, avanzar hacia la implementación de una cultura de orientación a resultados fácilmente alcanzables desde casa.
Cuando un cliente crece debería tener claros los ajustes que debe hacer en su organización. Mal hacen los contadores que soportan tantos cambios sin efectuar nuevas negociaciones; a veces el cliente no es consciente del apoyo que recibe. La desinformación de los clientes es fuente de muchos problemas.
Los ajustes por incrementos en el valor razonable de las propiedades de inversión no se aceptan fiscalmente sino hasta que el activo se enajena o liquida. Por ello, cuando se distribuyan una parte de esas utilidades pasa a considerarse gravada en cabeza del socio o accionista.
En una situación de excepción como la que se vive hoy es necesario optimizar el flujo del dinero para no incurrir en deudas que, a futuro, puedan causarle dolores de cabeza. Planee acciones para reajustar su presupuesto, renegocie deudas y evite gastos innecesarios.
Un estado de emergencia como el que vivimos debe considerar situaciones que afectan al sector empresarial, tal como las aquí descritas, para ser conjuradas. No acudir a lo que demandan la razón y la crisis será poner la norma tributaria del lado de la hecatombe.
En un país con gran desigualdad, en el que muchos adultos mayores pertenecen a los estratos 0, 1 y 2, y en el que un inmenso número de niños son abandonados y criados en circunstancias indeseables, debería impulsarse toda obra de caridad dirigida hacia esos grupos de la población.