Jeisson Ramírez, contador público y representante legal de Touché Asesores S.A.S. afirma que, aunque este año se cumpla la regla fiscal, lo más seguro es que para el próximo año se tenga que discutir una nueva reforma tributaria. Además, se presentará una disminución en el recaudo tributario.
Jeisson Ramírez, contador público y representante legal de Touché Asesores S.A.S. afirma que, aunque este año se cumpla la regla fiscal, lo más seguro es que para el próximo año se tenga que discutir una nueva reforma tributaria. Además, se presentará una disminución en el recaudo tributario.
Jeisson Ramírez Morales, contador público, especialista en derecho tributario, representante legal de Touché Asesores S.A.S., certificado por ACCA en NIA y con experiencia en revisoría fiscal asegura en entrevista con Actualícese que a la hora de diseñar una reforma tributaria, el Gobierno no solo debe garantizar el aumento del recaudo, sino hacer estudios socioeconómicos minuciosos, con suficiente planeación, que brinden una garantía de que la política fiscal será sostenible en el mediano y largo plazo.
El panorama es incierto, dado que algunas calificadoras de riesgo como Fitch Ratings dudan que en el 2020 el país pueda cumplir sus metas de recaudo. Sin embargo, otras calificadoras aseguran que, si bien habrá una desaceleración económica mundial, en el corto plazo no habrá riesgos de que se disminuya la calificación crediticia de Colombia.
Lo más probable es que sí, pues, aunque algunos economistas coinciden en que es posible que la regla fiscal se cumpla en 2019, también se prevé una disminución en el recaudo tributario a partir de 2020, como resultado de la Ley 1943 de 2018, lo cual genera una presión de ajuste de política fiscal.
Adicionalmente, aunque el Gobierno presente un plan de consolidación fiscal este año en el marco fiscal de mediano plazo –MFMP–, la decisión de una nueva reforma tributaria estará supeditada, entre otros factores, a la percepción que tengan las agencias calificadoras respecto a dicho plan.
A la hora de diseñar una reforma tributaria, el Gobierno no solo debe garantizar un aumento del recaudo, sino que debe hacer estudios socioeconómicos minuciosos y con suficiente planeación, que brinden una garantía de que la política fiscal será sostenible en el mediano, e inclusive, en el largo plazo. Hacer reformas que persigan efectos “cortoplacistas” solo conlleva a tener que hacer más reformas. Dicho de otra manera, una reforma tributaria sostenible no se hace de un día para otro.
La Ley de financiamiento fue tramitada como una salida de corto plazo para afrontar el faltante de 14 billones de pesos que dejó la anterior administración. En mi opinión, se diseñó sin la suficiente planeación.
Considero que este tipo de incentivos puede tener efectos macroeconómicos positivos. Sin embargo, cuando las exenciones tributarias no se crean con suficiente planeación, pueden tener efectos negativos en términos de la meta fiscal, y en general en la economía. Lo anterior, puesto que, muchas veces se dejan imprecisiones o “vacíos normativos” que son aprovechados para la elusión o el abuso en materia tributaria.
Adicionalmente, si el diseño de la exención no consideró un horizonte de mediano y largo plazo para su evaluación, es posible que no sea sostenible en el tiempo, debido a las condiciones financieras que enfrenta el país.
El Plan Nacional de Desarrollo propuesto por el Gobierno central trae consigo algunos cambios a las reglas de juego tributarias del país, dado que toca temas que van desde el desmonte de los subsidios de energía para el estrato 3, hasta la modificación de las tarifas del impuesto al consumo de los licores, entre otros. Sin duda, es una mini reforma tributaria.
Combatir la evasión y la elusión no es tarea fácil, aunque sería la fórmula ideal. Como es un objetivo que requiere tiempo, pienso que la fórmula de corto plazo que utilizan las administraciones tributarias (y que les resulta más barato) es intensificar la fiscalización para aquellas personas y empresas que “medio intentan hacer las cosas bien”, en vez de fiscalizar a los que definitivamente hacen las cosas mal.