Ser despedidos, que se les haga una “cacería de brujas” o miedo a denunciar casos aparentemente irrelevantes para terceros son las razones por las que quienes trabajan en empresas no confían en la efectividad de los mecanismos y canales de denuncia con las que cuentan en sus sitios de trabajo.
Ser despedidos, que se les haga una “cacería de brujas” o miedo a denunciar casos aparentemente irrelevantes para terceros son las razones por las que quienes trabajan en empresas no confían en la efectividad de los mecanismos y canales de denuncia con las que cuentan en sus sitios de trabajo.
Recientemente, KPMG presentó los resultados de su Encuesta de Fraude en Colombia 2017 (efectuada a partir de datos de actividades entre el 2014 y 2015), la cual se realizó a 144 directivos de empresas que operan en nuestro país. Según los resultados, los fraudes fueron detectados por medio de una auditoría interna (47 %), denuncia anónima (25 %), revisión de la gerencia (7 %) y reconciliación contable (7 %).
Lo anterior es una alerta para que las empresas cuenten con herramientas para prevenir eventos de fraude y/o corrupción. La encuesta deja ver que las compañías cuentan con códigos de conducta y/o ética (29 %), auditoría interna (29 %), procedimientos administrativos y contables para la preservación del patrimonio de la empresa (9 %), con el fin de afrontar estos flagelos.
Alrededor de un 50 % de las compañías cuentan con las siguientes medidas, en aras de prevenir, detectar o dar respuesta a los posibles eventos de fraude a los que se encuentre expuesta la organización:
En conclusión, se identifican los esfuerzos que realizan las organizaciones para estimular una cultura de ética y proporcionar mecanismos que permitan la adecuada gestión de los riesgos de fraude. Sin embargo, existen medidas importantes que las compañías no han incorporado hasta el momento y que al ser implementadas podrían disminuir el riesgo de que se presente un posible evento de fraude.
Diego Ríos, director de servicios forenses en KPMG Colombia dice en entrevista con Actualícese que la mayoría de los empleados desconfía de la efectividad de los mecanismos y canales de denuncia contra hechos de fraude y corrupción con los que cuentan las empresas; el miedo a denunciar asuntos aparentemente irrelevantes para los empleados o terceros resulta ser una limitante importante, pues dicha situación, desde la perspectiva de un buen investigador, puede llevar a descubrir temas relevantes.
«También existe el temor de que se le haga una cacería de brujas a los denunciantes, porque las denuncias se evalúan e investigan a nivel interno, donde la información se puede permear fácilmente y dificulta una buena investigación. Este es uno de los mayores problemas de la buena fe en el proceso de investigación de denuncias. En nuestra experiencia hemos visto que entre menos personas dentro de la organización conozcan la denuncia, mejor», dice Ríos.
Otro miedo, desde el punto de vista de Ríos consiste en llegar a ser despedido a causa de efectuar una denuncia como mecanismo de retaliación de su empleador, o la desconfianza de que efectivamente se haga algo al respecto. La idea de “yo solo soy un empleado y este señor lleva 20 años como gerente; no me van a creer” o casos similares, perjudican el mecanismo de denuncia. La confianza en y del denunciante es clave para lograr un buen mecanismo de denuncias.
«Para evitar lo anterior, adicional a las políticas y el protocolo de investigación establecido por la compañía, la gerencia debe asegurarse de que todas las partes interesadas conozcan las garantías para el denunciante, a la vez que debe hacer énfasis en que todos los empleados y demás clientes que aporten pruebas son libres de presentarse, anónimamente o no, y que nunca enfrentarán represalias por hacerlo», recalca el director de servicios forenses en KPMG Colombia.