El equipo de auditoría de una empresa debe autoevaluarse para examinar sus fortalezas y debilidades, y así tomar decisiones orientadas a un cambio positivo en sus labores. La máxima responsabilidad recae sobre el líder del equipo, quien no puede estar influenciado por la autoridad de los directivos.
El equipo de auditoría de una empresa debe autoevaluarse para examinar sus fortalezas y debilidades, y así tomar decisiones orientadas a un cambio positivo en sus labores. La máxima responsabilidad recae sobre el líder del equipo, quien no puede estar influenciado por la autoridad de los directivos.
El equipo de auditoría de toda empresa debe evaluar constantemente su propia efectividad, por lo que debe averiguar si la administración o la gerencia de la compañía se encuentra satisfecha con su desempeño, y comparar las actividades del equipo con: directrices o recomendaciones relevantes, mejores prácticas en diferentes sectores, criterios de efectividad preestablecidos, deficiencias previamente identificadas; el mandato, sus aspiraciones y los objetivos establecidos por el consejo.
KPMG afirma en el artículo Aspectos fundamentales de la supervisión de las comisiones de auditoría que el método preciso por el que el equipo de auditoría decide evaluar su propia efectividad puede variar en cada organización. La autoevaluación es una práctica común, aunque los equipos de auditoría también deben plantearse solicitar comentarios sobre su desempeño a la dirección, a los auditores y a otras partes interesadas relevantes. Un único proceso no es adecuado para todas las organizaciones, pero sea cual sea el empleado, se recomienda aplicar los siguientes pasos:
Para que sea creíble, el proceso de evaluación debe ser independiente y ser considerado como tal respecto de la influencia o la autoridad de los directivos. «La cabeza del equipo de auditoría debe controlar el proceso y los criterios de evaluación, pero deberá tener en cuenta el punto de vista del CEO, gerente o administrador de la empresa, así como de otras partes interesadas, cuando proceda», indica KPMG.
Si la evaluación del equipo de auditoría consistirá en una mera comprobación, debe diseñarse de modo que invite a sus miembros a realizar la tarea, inherentemente difícil, de examinar de manera honesta y constructiva sus aportaciones mutuas, así como su desempeño colectivo en su calidad de equipo de auditoría.
Todo proceso de evaluación debe adaptarse a las necesidades de la organización. La cabeza del equipo de auditoría debe establecer un proceso y criterios de desempeño que encajen con las personas y la propia cultura de la organización.
Desde el mismo líder del equipo de auditoría se debe fomentar la honestidad, franqueza, equidad y discreción en el proceso de evaluación. De igual manera, se debe velar por una estricta confidencialidad en lo que respecta a la aportación y los comentarios de cada participante. «La introducción de un proceso de evaluación constructiva depende de la capacidad de la comisión para desarrollar una cultura de franqueza y confianza mutua», recomienda KPMG.
Todo proceso de evaluación está condicionado por muchas variables, incluidas las circunstancias y el desempeño de la organización, el mandato del equipo de auditoría y las relaciones entre sus miembros. En consecuencia, el equipo debe revisar periódicamente sus prácticas y criterios de evaluación, para velar por su eficacia e idoneidad permanentes.
Con el objetivo de garantizar la credibilidad, es importante que los que participan en el proceso de evaluación reciban opiniones y comentarios, los cuales deberán ser justos y sinceros.