Las cifras indican que una junta directiva que cuente con mujeres lleva a la obtención de mayores ganancias, así como a un mejor rendimiento del capital; pero las responsabilidades familiares, los estereotipos de género y la cultura empresarial masculina todavía juegan en contra de ellas.
Las cifras indican que una junta directiva que cuente con mujeres lleva a la obtención de mayores ganancias, así como a un mejor rendimiento del capital; pero las responsabilidades familiares, los estereotipos de género y la cultura empresarial masculina todavía juegan en contra de ellas.
¿Existe inclusión y equidad de género dentro de las juntas directivas de las compañías? ¿Es relevante el papel de la mujer en la toma de decisiones de las empresas? Este par de preguntas se pueden contestar teniendo en cuenta algunos de los resultados expuestos por el estudio La diversidad importa, realizado por McKinsey, consultora estratégica encargada de resolver problemas de administración. En él se descubre que las juntas directivas con mayor diversidad se desempeñaron mejor que las menos diversas, con un rendimiento de capital 53 % mayor que el promedio.
Y cuando se habla de mayor diversidad se está haciendo referencia a la participación de la mujer en las juntas directivas. Una junta diversa, según el estudio, también contribuye a que se generen un 14 % más de ganancias. Además, empresas con al menos una mujer en la junta directiva superaron, en un 26 %, a sus pares sin mujeres en la junta.
Al respecto, Paola Pulgarín, associate partner de Page Executive dice en LatinPyme que “las empresas han invertido en capacitación y programas de desarrollo para construir áreas de recursos humanos más inclusivas, donde desde el lenguaje y la redacción de ofertas, se vele por realizar procesos más justos sin sesgos de género. Concentrándose en encontrar el mejor talento, buscando constantemente grupos de trabajo que permitan alcanzar un equilibrio empresarial”.
La Organización Internacional del Trabajo –OIT– en su informe Las mujeres en las juntas directivas presenta una serie de cifras positivas alrededor de la participación de ellas en estos espacios de toma de decisiones. Por ejemplo, las empresas de Fortune 500, que incluyen tres o más mujeres en la junta directiva, aventajan a aquellas con baja representación femenina en ese equipo: las tasas de rentabilidad sobre las ventas eran un 84 % superiores, las tasas de rentabilidad sobre el capital invertido un 60 % superiores y la rentabilidad sobre sus propios fondos un 46 % superiores.
«Hay una fuerte vinculación entre presencia femenina en la dirección y un mejor rendimiento económico. Una junta directiva incluyente y con equilibrio entre los sexos recibe ideas diversas, entiende mejor las preferencias de los clientes, garantiza mayor diligencia, y, por consiguiente, toma decisiones más acertadas», afirma la OIT.
Además, las juntas directivas en las que hay mujeres tienen más probabilidades de centrarse en indicadores no-económicos de rendimiento, como la satisfacción de los clientes y la responsabilidad social de la empresa, y están en mejores condiciones para controlar la rendición de cuentas y la autoridad de la junta, lo cual mejora la gobernanza de la empresa. «La presencia femenina en las juntas directivas fortalece la cultura de las empresas y su imagen pública de diversidad e inclusión, y le permite a dicha preservar y cultivar su mejor talento a todos los niveles», indica la OIT.
Pese a las anteriores pruebas de conveniencia expuestas, a nivel mundial la mujer sigue estando insuficientemente representada en las cúpulas directivas:
Desde el punto de vista de la OIT, los tres obstáculos principales que afectan el liderazgo de la mujer son las responsabilidades familiares, los estereotipos de género y la cultura empresarial masculina.
Según el informe Prácticas de gobierno corporativo y su relación con el rendimiento financiero de las sociedades de la Supersociedades, y basándose en 3.706 sociedades que cuentan con una junta directiva, en el 59,1 % de las empresas del país hay participación activa de mujeres, en contraste con un 40,9 % donde no lo hay. La participación de mujeres en 2016 fue del 59,7 %. Dentro de las 2.189 sociedades que tienen mujeres en sus juntas directivas, entre el 25 % y el 50 % de sus miembros son del género femenino.
Alejandro Useche, docente de economía de la Universidad del Rosario dice en El Colombiano que “estamos siendo testigos del aumento de la cantidad de mujeres que están interesándose por estudiar economía, finanzas y negocios”.
Natalia Moreno, economista y magíster en estudios de género de la Universidad Nacional cree que aunque es un mensaje simbólico que muestra cómo las mujeres han escalado hasta altas posiciones en las compañías, todavía hay mucho por hacer para que la inclusión sea real. “La presencia de mujeres no garantiza, de entrada, una agenda de género. Habría que preguntarse: ¿Hay guarderías en esas empresas, por ejemplo? Ese tipo de cosas hablan más de la equidad de género”, comentó.
Desde la perspectiva de Pulgarín, el aumento de mujeres en las juntas directivas ha sido posible gracias a los cambios en los modelos tradicionales de contratación, donde la heterogeneidad de perfiles es fundamental para lograr el éxito empresarial. “El objetivo de crear condiciones y escenarios donde las mujeres ocupen cargos de alta complejidad y un nivel importante de responsabilidades, no solo beneficia al empleado, sino también al empleador porque le permite a la empresa tener un constante flujo de operaciones, lo que impacta positivamente en la productividad, rendimientos y crecimiento corporativo”, concluye la associate partner de Page Executive.