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Realidades de la reforma tributaria estructural (I) – Gabriel Vásquez Tristancho

Generalmente se comete el error de analizar las reformas tributarias por los títulos sensacionalistas, en lugar de indagar quiénes pagarán ese mayor recaudo. Lo anterior puesto que en una reforma tributaria nadie quiere poner; todos buscan tomar reducciones del pago.

Realidades de la reforma tributaria estructural (I) – Gabriel Vásquez Tristancho
Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

Los contribuyentes cometen el error de analizar las reformas tributarias por los títulos sensacionalistas que muchas veces distraen la atención: “los pobres dejarán de pagar impuestos”, “esta reforma tributaria busca la equidad”, “acabaremos con la pobreza”, “los ricos llorarán”, “el mayor recaudo es para la educación y la salud”… pero nunca se muestra uno de los principales objetivos: aumentar el recaudo. Lo que debe leer entre líneas un contribuyente es quiénes pagarán ese mayor recaudo.

Sin buscar posibles explicaciones de los usos del mayor recaudo, al fin y al cabo esto resulta siendo una presentación comercial de cualquier reforma tributaria, pues los que finalmente pagan los tributos son: 1) las personas naturales; y 2) las personas jurídicas.

De estos dos grupos podemos clasificar varias categorías, como por ejemplo la de empleados en las personas naturales. A esta categoría le ha ido muy mal en las últimas reformas tributarias, especialmente a los que tienen ingresos medios y altos, a quienes se les ha recargado la base imponible con una figura bien perversa que es el IMAN. Hemos escrito en varias oportunidades que la clase media, las profesiones liberales, las busca desaparecer el Gobierno en el mediano plazo con las reformas tributarias. Nadie escucha, nadie dice nada, una voz en el desierto, pero cuando un médico le toca crear una sociedad para poder subsistir medio entiende que el problema lo está aplazando y en algunos casos empeorando.

Para las personas jurídicas se están evaluando algunos regímenes de excepción, como el caso de las entidades sin ánimo de lucro –ESAL–. Pero no son los únicos, hay rentas exentas, descuentos tributarios, deducciones especiales, entre otras reglas de excepción que en últimas perforan la base, que es el análisis de los expertos de Hacienda.

Ya comienzan los lobbies de los expertos en este tema. Los petroleros con la crisis, los transportadores, los sectores agrícola, exportador e industrial, e incluso, quién lo creyera, el financiero. Lo interesante es que todos tienen razón: en una reforma tributaria nadie quiere poner; todos quieren tomar reducciones del pago.

En el tiempo se han otorgado exenciones y excepciones tanto en renta como en IVA, que son los dos tributos principales de recaudo, los cuales solo se explican en el momento en que se otorgaron. Hoy es difícil sustentar estos beneficios tributarios sin el contexto de los hechos al momento de otorgarlos. Algunos por ejemplo ven con malos ojos que una fundación de educación tenga beneficios tributarios; muy difícil de soportar cuando ya no tenemos los altos índices de analfabetismo en el país. Para qué hablar de universidades, hospitales, parques recreacionales, entre otras obras sociales que tienen actores en algunas oportunidades bastante controversiales.

Cordialmente,

Gabriel Vásquez Tristancho