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Tener carácter, base para el éxito y la independencia profesional (Primera parte) – Otto González Alonso

En sintonía con estas palabras de Aristóteles “la excelencia moral es resultado del hábito”, en la medida en que construimos nuestro carácter, formamos nuestra moral y nos ejercitamos en la toma de decisiones construimos caminos hacia el éxito y hacia una vida equilibrada.

Fecha de publicación: 18 de mayo de 2017
Tener carácter, base para el éxito y la independencia profesional (Primera parte)  – Otto González Alonso
Este artículo fue publicado hace más de un año, por lo que es importante prestar atención a la vigencia de sus referencias normativas.

“La excelencia moral es resultado del hábito. Nos volvemos justos realizando actos de justicia; templados, realizando actos de templanza; valientes, realizando actos de valentía.”

(Aristóteles)

Iniciamos con el tema de las decisiones como base para el éxito, y la necesidad de no actuar solo, luego seguiremos con el carácter.

Recordemos que la formación de nuestro carácter se da a partir de la adquisición de buenos hábitos mediante la disciplina, es fundamental para triunfar como personas y base primordial para que en nuestro ejercicio profesional ejerzamos con “excelencia moral” como lo afirmaba Aristóteles.

En muchas ocasiones, por miedo o por temor, decidimos negar u ocultar verdades que por su grado de realidad terminan por abrumarnos. De no enfrentarse esas verdades estas nunca desaparecerán y en tanto siguen allí, empiezan a incubar problemas como el estrés, la depresión, la envidia, el resentimiento o el fracaso.

Sabemos que si las enfrentamos podremos vencerlas y triunfar. Pero el miedo no nos deja actuar. Cuántas veces, en la soledad de la noche, rumiamos nuestra incapacidad de actuar, envidiamos a quienes lo intentaron y vencieron, o sufrimos porque otro ocupó nuestro lugar primero.

De ese modo alimentamos en nuestro interior la depresión, el desencanto, el sufrimiento y jamás aceptamos que no fuimos capaces de dominar nuestras dudas, nuestros miedos, de tomar una decisión y actuar para vencerlos; al no tener carácter para actuar nos es imposible reconocer nuestras derrotas y consecuencia de ello buscamos siempre la culpa en los terceros.

Qué difícil es reconocer nuestra falta de carácter: negamos esa realidad; siempre buscamos la responsabilidad de nuestras fallas en los demás, en el entorno, e inclusive en Dios, jamás en nuestro propio yo.

Por lo general cuando carecemos de carácter alimentamos de manera negativa el “ego”, un ego que solo encierra soberbia y egoísmo y que no nos permite crecer. Nos morimos de envidia y de celos cuando vemos que otros triunfan. No entendemos que lo hacen porque se atreven, porque toman decisiones, porque están seguros de sus virtudes, de sus capacidades, de su fuerza interior, porque no dudan. ¡Porque tienen carácter! (Ver segunda parte)